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El reino de Dios y la iglesia.
Es el tema del sermón en esta mañana. Leemos a Colosenses,
capítulo 1, versos 13 al 14. Nos dice así la palabra del Señor. Porque él nos libró del dominio
de las tinieblas y nos trasladó al reino de su amado, en quien
tenemos redención. el perdón de los pecados. Oremos al Señor. Soberano Dios y Padre, Tú que
moras en las alturas de los cielos, en esta mañana al acercarnos
a Ti, venimos Señor con ánimo pronto suplicándote que Tu gracia
sea sobre nuestras vidas y esa gracia pueda llegar de tal forma
que el sermón de esta mañana pueda impactar favorablemente
todo nuestro ser. Para aquellos que aún no te conocen,
Señor, que estas palabras les lleven al pleno conocimiento
de la verdad, que sus ojos espirituales sean abiertos, que el milagro
del nuevo nacimiento pueda ocurrir en ellos y que así puedan responder
en arrepentimiento y fe al llamado del arrepentimiento. Para aquellos
que ya te conocen, Señor, pues estas palabras puedan fortalecerles
puedan llevarle a tener un mayor conocimiento de la verdad, de
lo que es tu reino, cómo se va expandiendo, cómo se está extendiendo
acá, y la responsabilidad que recae sobre cada hijo tuyo de
ser esos medios humanos para que ese reino siga dándose a
conocer en el mundo, Señor. Aquí estamos, Señor, somos simples
mortales llenos de debilidades y pecados también, y pedimos
que tu gracia sea sobre nosotros de tal forma, Padre, que tanto
yo como predicador, como los que han de escuchar estas palabras,
pues podamos ser edificados gracias al Espíritu Santo, trayendo vida
a estas palabras. Esto te lo suplico, Señor, en
el nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador. Amén y Amén. El Reino de Dios y la Iglesia. No hay duda, mis hermanos, de
que convertirse en cristiano es algo costoso, como dice Lucas
14, 25 al 33, ¿verdad?, que el Señor nos pide que nosotros dejemos
todo. y sigamos en pos de Él. No hay
nada en nuestra vida que pueda ser más importante que el servir
al Señor y todo lo demás tiene que girar en torno a ello, en
torno a nuestro servicio, en torno a nuestra dedicación, a
nuestra consagración al Señor. Pero también es cierto que la
recompensa de ser cristiano es incomparablemente mayor que lo
que nosotros tenemos que dejar, que lo que el Señor nos pide
que dejemos. Ahora, la pregunta que surgiría es, ¿cuáles son
esas recompensas que yo obtengo por servir al Señor? Les voy
a mencionar algunas, entre otras. Lo primero que nosotros obtenemos
es el perdón de pecados. Nuestros pecados son perdonados,
lo que se había convertido en una barrera que nos impedía entrar
a la presencia del Señor, pues es rota esa barrera, es derribada
esa barrera a través del perdón de nuestros pecados. También
otro beneficio que tenemos es que somos adoptados como hijos
de Dios. Tenemos ya ahora a partir de
ese momento una relación con Jesús como hermano mayor y nosotros
como hijos de nuestro gran Dios. Nosotros también tenemos el regalo
del Espíritu Santo, dice la palabra que nosotros recibimos del Espíritu
Santo una vez que creímos. Ya nosotros tenemos también la
libertad de la tiranía del pecado, ya el pecado no se enseñorea
de nosotros, a diferencia de como eso ocurría antes del Señor
salvarnos. Tenemos también la comunión con
la Iglesia, este es un privilegio que el Señor nos da, de poder
tener hermanos en la fe. Ya no somos personas solas en
la vida, ya tenemos una compañía, un gran ejército de creyentes,
al igual que nosotros, donde somos fortalecidos, donde somos
animados, donde somos desafiados. También tenemos la promesa futura,
de la resurrección del cuerpo, la glorificación final de nuestros
cuerpos. Nosotros tenemos el privilegio
de ser parte del reino de Dios, tenemos la promesa de cielo nuevo
y tierra nueva, eso no es para todos. La eternidad en la presencia
de Dios, el privilegio de ver el rostro de Dios, todas esas
son promesas que Dios nos hizo en Cristo Jesús. Entonces, cuando nosotros hablamos
acerca de la vida cristiana no estamos hablando sólo de evadir
la ira de Dios, lejos de eso, se trata de tener una relación
correcta con Dios y por sobre todas las cosas disfrutar de
esa relación para siempre. Desde el momento en que una persona
cree en Jesucristo, todo en esa vida cambia para siempre. ¡Cambia
para siempre! Es cierto, mis hermanos, que
a veces eso no se siente así. Eso es cierto, ¿verdad? No le
estoy diciendo que todo se resolvió cuando yo conocí al Señor y que
yo estoy feliz para siempre cuando yo conocí al Señor. No, no es
eso. No estoy hablando de que hay un confeti celestial, no
estoy hablando de que hay trompetas, que hay ángeles cantando, ¿verdad?,
luego de yo haber conocido al Señor. Yo no lo oigo, no lo oigo. Al menos no lo podemos oír. Pero
lo que sí es cierto es que todo cambia. Todo cambia aunque no
lo percibamos con los sentidos físicos de nuestro ser. Nos dice
la palabra que Dios nos libró del dominio de las tinieblas
y nos trasladó a su amado Hijo, al reino, al reino de su amado
Hijo. Eso es lo que acabamos de leer
allí en Colosenses capítulo 1, verso 13. Es decir, hemos sido trasladado
al reino de su amado Hijo. Ahora, la pregunta es, ¿qué es
el reino de Dios? ¿Qué es ese reino del cual nos
dice la Palabra que nosotros hemos sido trasladados? ¿A qué
está haciendo referencia la Palabra? ¿Cómo yo puedo percibir el Reino
de Dios? Lo cierto, mis hermanos, que
el Reino de Dios es un tema importante en el Nuevo Testamento. Nosotros
cuando leemos en las Escrituras vemos que Jesús, Jesús mismo
estaba predicando acerca del Reino de Dios constantemente.
De hecho, cuando nosotros leemos el inicio del Ministerio Público
de Jesús, ¿qué es lo primero que Él llega diciendo, acorde
a Mateo 4, 17? Arrepiéntanse, porque el Reino
de los Cielos se ha acercado. Ese es el mensaje que comienza
Jesús a dar. De hecho, también en el Libro
de los Hechos, nosotros vemos que el ministerio de Pablo fue
resumido en estas palabras. Dice que Pablo iba predicando
el reino de Dios y enseñando todo lo concerniente al Señor
Jesucristo con toda libertad, sin estorbo. También cuando nosotros vemos
el autor de la epístola a los hebreos, nosotros vemos que el
autor se regocijaba en el hecho que los creyentes en Cristo estaban
recibiendo un reino que es inconmovible. Hebreos 12.28 habla al respecto. Pero también el apóstol Pedro
en su carta alienta a los creyentes en Cristo a través de decirle
que ellos están recibiendo un reino que es in-jon-mo-vi-ble,
in-jon-mo-vi-ble. Entonces, mis hermanos, también, bueno, nos habla acerca
de ese reino que es eterno, ese reino que es de nuestro Señor. También cuando nosotros nos vamos
al libro de Apocalipsis, Nosotros nos encontramos en Apocalipsis
12.10 donde todas las huestes celestiales estallan en adoración
diciendo las siguientes palabras, ahora ha venido la salvación,
el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo. Eso es tremendo. Así que en las
Escrituras tenemos, ¿verdad?, pasajes bíblicos que nos hablan
acerca de ese reino. Vuelvo y pregunto, ¿qué es exactamente
este reino? Ya sabemos que la Biblia lo menciona
en varias ocasiones. Ahora, ¿qué es exactamente este
reino? ¿Acaso es un reinado, una porción
de terreno en el cual Dios tiene una autoridad especial? ¿Acaso
el reino es la Iglesia? ¿Acaso es algo que está aquí?
¿O es algo que estamos esperando? ¿O es algo que aún está en el
futuro? ¿Quién exactamente forma parte
del reino de Dios? ¿Acaso no es cierto que Dios
reina de manera completa sobre todos, sobre toda su creación,
sin importar quienes creen o no en Jesús? ¿Que Dios tiene gobierno
absoluto? ¿Que nada escapa del control
de Dios? ¿Acaso eso no es cierto? ¿Acaso no es cierto que todos
somos parte del reino? ¿Y no podemos todos, cristianos
o no, trabajar juntos para establecerlo? Son preguntas lógicas, correctas,
que surgen y tenemos que darles respuesta. Entonces en esta mañana
yo voy a intentar responder algunas de esas preguntas, analizando
algunas cosas que las Escrituras enseñan acerca del Reino de Dios. Y lo primero que nosotros debemos
de aprender es que el Reino Redentor, acerca del Reino Redentor de
Dios, Es decir, el reino de Dios es el reino redentor de Dios
sobre su pueblo, eso es lo primero. Usualmente cuando nosotros pensamos
en un reino, pensamos en un pedazo de tierra en particular con sus
límites fronterizos bien definidos. Un reino para muchos de nosotros
es una palabra geográfica, El reino de Aragón, por ejemplo,
allá en España. Pensamos en una región. Sin embargo,
ese no es el caso en la Biblia. Hablando bíblicamente, el reino
de Dios se extiende más bien como una posición de realeza
y no tanto como un territorio. Posición de realeza. Entonces,
cuando hablamos del Reino de Dios, estamos hablando acerca
del dominio, reinado y autoridad de Dios, como nos enseña el Salmo
145, el verso 11 y el verso 13. De acuerdo con la Biblia, el
reino de Dios no es solamente su dominio y reinado. Es su dominio
y reinado Redentor. Es su soberanía amorosa que Él
ejerce sobre su propio pueblo. Soberanía sobre su pueblo. Cuando la Biblia usa la frase
el reino de los cielos, usualmente se refiere específicamente al
dominio de Dios sobre su propio pueblo, sobre aquellos que han
sido salvos a través de Cristo. Es a eso que está haciendo referencia.
Por esa razón el apóstol Pablo habla de los cristianos siendo
transferidos del dominio de la oscuridad hacia el reino de Dios. Eso es lo que vimos ahí en Colosenses
1, 2 y 13, el pasaje que leímos al inicio. Y el apóstol muy cuidadoso
en señalar que los injustos no heredarán el reino de Dios. Primera de Corintios 6, 9. Entonces,
la definición del reino de Dios es la siguiente, dominio, reinado,
autoridad redentora sobre aquellos redimidos en Cristo Jesús. Ese es el Reino de Dios, dominio,
reinado y autoridad sobre aquellos que han sido redimidos en Cristo
Jesús. ¿Qué nos dice con esto? Bueno,
que es real y efectivamente si yo soy parte del Reino de Dios
es porque Él ha llegado a mi vida, Él me ha salvado y yo acepto
esa salvación obedeciéndole. en palabras llanas, ese es el
reino de Dios. Él me ha salvado, Él gobierna
mi vida y yo me entrego voluntariamente, por completo, a Él, obedeciéndole,
no de manera perfecta, porque nunca será posible hacerlo de
este lado de la eternidad, pero sí con un ánimo pronto, con una
voluntad férrea, estoy aquí Señor, quiero obedecerte. tu obra en
mí, completa tu obra en mí, aquí estoy, perdona mis metidas de
pata, perdona mis luchas, pero quiero servirte, hay voluntad
feria, eso es lo primero. Lo segundo, mis hermanos, es
que el reino de Dios está aquí. Cuando Jesús comenzó su ministerio,
Él predicaba un mensaje impactante, impactante, ¿Cuál era el mensaje
que él anunciaba? Arrepiéntanse, porque el Reino
de los Cielos ha llegado. No sólo eso, él también estaba
diciendo que el Reino había sido inaugurado en él, en Cristo Jesús. Así que en Mateo 12, 28, cuando
los fariseos acusaron a Jesús de echar fuera demonios en el
nombre de Satanás, Jesús los reprendió y hizo una declaración
sorprendente. La declaración que Él hizo es
la siguiente, si yo expulso los demonios por el poder del Espíritu
de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes. Eso
es tremendo. El pensamiento más asombroso
es este. La encarnación de Jesús fue mucho más que una visita
amable de nuestro Creador. Fue el despliegue de la contraofensiva
final y definitiva de nuestro Dios en contra del pecado, en
contra de la muerte, en contra de la destrucción que había entrado
al mundo cuando Adán cayó. lo que esto significa es que
muchas de las bendiciones del reino ya son nuestras ya son nuestras y dentro de esas bendiciones
está ese otro consalvador que nos ha dado que nos guía a toda
verdad que nos nos da la capacidad de poder enfrentar el pecado
de poder rechazar el pecado Nos da también el privilegio de ser
adoptados en la familia de Dios. Nos da el privilegio de ser reconciliados
con Él. Incluso las Escrituras nos dicen,
y ya lo presentan como un hecho cierto, es que ya nosotros hemos
sido resucitados y ya nosotros estamos sentados con Cristo.
¿Usted sabía eso? Si no lo sabía, Efesios 2,6 nos
habla acerca de esto. El apóstol Pablo habla de esto
como un hecho que ya se dio. no es que yo voy a ser resucitado,
no, ya yo he sido resucitado, ya yo estoy sentado juntamente
con Cristo, como un hecho cierto. Esa es una verdad increíble y
alentadora, debe de serlo para nosotros, debe de serlo para
usted. Pero hay algo, hay algo más,
igualmente importante, que nosotros debemos de entender. Esto es
lo segundo que vimos, hemos recibido un reino que ya ha sido inaugurado,
un reino que está en nosotros, Y número tres, es un reino que
no ha sido completado. Un reino que no ha sido completado. Y eso es bueno que nosotros lo
entendamos. Y no lo va a ser completado hasta
que regrese el Rey Jesús. A pesar de todo lo que Jesús
hizo para derrocar los poderes del maligno, Él no estableció
entera y finalmente el dominio de Dios en la tierra, al menos
no todavía, no todavía. El mal fue atado, pero no ha
sido destruido. El mal fue derrotado, pero no
ha sido aniquilado. El reino de Dios fue inaugurado,
pero todavía no ha sido traído en su totalidad sobre este mundo.
Jesús habló acerca de un reino futuro, de un día futuro cuando
el reino sería finalmente consumado y eso está en esa palabra que
encontramos en Mateo 13, 41 donde dice que va a recoger de su reino
a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad
Y dice el Señor, entonces los justos resplandecerán como el
sol en el reino de su Padre. De hecho, mis hermanos, Jesús
también anticipa durante la Santa Cena el día en el que Él beberá
una vez más el fruto de la vid con sus discípulos. Mateo 26, 29 Cuando Él instituye la Santa
Cena, Él dice, yo les aseguro a ustedes que yo no voy a volver
a tomar de este fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba
nuevo con ustedes, ¿a dónde? En el reino de mi Padre. Oiga bien, en el reino de mi
Padre. Esa es la promesa, esa es la
gran esperanza para los cristianos, para aquellos que estamos aguardando
ese día glorioso. Eso debe de darnos a nosotros
fuerza, eso debe de darnos a nosotros ánimo. Es el día en que nuestro
Rey, nos dice la palabra, regresará finalmente y para siempre para
establecer su reino glorioso. por toda la eternidad, ese momento
glorioso cuando todo en este mundo será puesto en orden, cuando
la justicia será finalmente satisfecha, cuando el mal sea derrotado,
cuando el juicio de Dios sea establecido una vez y para siempre. Promesas que nosotros encontramos
en Isaías 65, 17 al 19, Isaías 11, 9, nos habla acerca de eso. La intención de Dios es crear Un nuevo mundo para su pueblo. Un nuevo mundo donde no exista
el pecado. La muerte no exista. La enfermedad
no exista. No habrán más guerras. No habrá
opresión. Dios habitará con su pueblo por
siempre. La muerte nunca más tendrá cabida
en los hijos de Dios. Nunca jamás las lágrimas correrán
por nuestras mejillas cuando perdamos a un ser querido, cuando
nos duela algo, cuando alguien nos traicione. Nunca jamás tendremos niños viviendo unos
cuantos días para luego morir. Nunca jamás volveremos a estar
tristes, nunca jamás tendremos dolor, nunca jamás volveremos a extrañar
nuestro hogar, porque Apocalipsis nos dice que Dios mismo enjugará
las lágrimas de nuestros ojos y al fin veremos su rostro. Entonces, ¿qué respuesta nosotros
podemos dar a todo esto? ¿Qué respuesta podemos dar a
todo eso? ¡Oh, Señor Jesús, ven pronto! ¡Ven pronto, Señor Jesús! ¡Acaba de terminar con todo esto! ¡Ven pronto, Jesús! La realidad, mis hermanos, es
que nosotros no somos capaces de establecer ningún tipo de
reino que sea fructífero, ni siquiera consumar el reino de
Dios. A pesar de nuestros mejores y
genuinamente buenos esfuerzos para hacer de este mundo mejor,
y a pesar de que los cristianos, ¿verdad?, cuando se unen en sociedad
y se rigen por principios bíblicos, pueden contribuir un poquito
al bienestar de las sociedades, contribuyen un poquito. Pero,
mis hermanos, el reino prometido en la Biblia será establecido
solamente cuando el mismo Rey Jesús regrese para realizarlo. Nosotros podemos, ¿verdad?, contribuir
para el bienestar de la sociedad haciendo que se apliquen leyes
justas. Los cristianos han hecho mucho
bien al mundo cuando una sociedad se rige por
principios cristianos, bíblicos, es una sociedad particularmente
ideal, no completamente ideal. Eso es cierto, pero yo creo que
la línea de la historia que nosotros conocemos nos fuerza a reconocer
que nuestras victorias sociales y culturales, las que han tenido,
las sociedades que han sido gobernadas por principios bíblicos, siempre
esas líneas bíblicas son temporales, son tenues y así se mantendrán
hasta el regreso de Jesucristo. Los cristianos nunca traerán
el reino de Dios. Debemos de aprender eso. Sólo
Dios mismo puede hacerlo. La Jerusalén celestial bajará
del cielo, ¿verdad? Pero no cuando yo decida que
baje. Aunque claro, mi oración debe de ser, venga tu reino,
¿verdad? Porque no es que bueno, el Señor
lo va a traer cuando Él quiera. No, yo debo de orar, venga tu
reino. tu voluntad sea hecha en la tierra
como en el cielo. Pero mis hermanos, en vez de
ver a un poder humano, en vez de ver alguna acción humana o
inclusive a nuestro propio esfuerzo para tratar de restaurar todas
las cosas, nuestra invitación, nuestro llamado es mirar al cielo. Nuestro llamado es invitar a
otros a que miren al cielo y que juntos clamemos al Señor, como
hizo el apóstol Pajuán. Si, cuando vio el Apocalipsis,
cuando recibió la revelación del Apocalipsis, si ven Señor
Jesús. Nuestro deseo de la venida del
Señor se incrementa, nuestras oraciones son más fervorosas
y nuestro amor por Él se profundiza cuando nosotros oramos al Señor
y le decimos, sí, ven Señor Jesús. En resumen, nuestros deseos y
esperanzas se centran firmemente y correctamente no tanto en el
reino sino en el rey de ese reino. ¿Qué les parece? Visto esto,
mis hermanos, debemos de entender, número cuatro, que para nosotros ser incluidos
en el reino de Dios depende totalmente de nuestra respuesta al rey. una respuesta al reino. Jesús
no pudo haber sido más claro que esto. Una y otra vez Él dijo
que la respuesta de alguien a su persona y a su mensaje es el
único factor que determina si una persona será incluida en
su reino. Una y otra vez Jesús dice que
Dios va a dibujar una línea brillante a través de la humanidad, desde
los inicios, desde Adán y Eva hasta el último hombre de esta
tierra, una línea y en esa línea van a estar separados los salvos
de los perdidos. Y la única cosa que hará la diferencia
entre ambos grupos es cómo esa persona respondió al Rey Jesús. Eso es lo único, cómo respondió
al llamado. Ese es el meollo que nosotros
encontramos en la historia de las ovejas y las cabras en Mateo
25. ¿Qué es lo que hace la diferencia
entre una oveja y una cabra? ¿Por qué a las ovejas le dice
acércate y a la cabra le dice apártate de mí? Es como cada
persona responde al Señor Jesús en base a la invitación que el
Señor le ha extendido. Claro, claro está que lo que
nos da ese privilegio de responder a ese llamado es gracias a lo
que Él ya hizo, es gracias a su muerte. es gracias a su resurrección. Y eso es lo impresionante acerca
de Jesús. No es sólo que Él es rey o que
Él haya inaugurado un reino con amor y compasión. En realidad
eso no es tan sorprendente porque los judíos esperaban algún día
el establecimiento de un reinado. Ellos esperaban eso. Lo que es
impresionante acerca del Evangelio es que Jesús es el Rey, oiga
bien, pero también es el que murió para salvar a su pueblo. Ahí es que está la diferencia.
El Mesías resultó ser un Mesías crucificado y eso fue lo que
no pudieron ver los judíos. los judíos no podían ver que
ese Mesías que ellos estaban esperando pues tendría que morir
para poder ofertar ese reino y a la luz de todo eso mis hermanos
no es de sorprender que Jesús dijera que la entrada
a su reino depende solamente de si una persona se arrepiente
de su pecado y confía en él y confía en su obra, en la obra de Cristo,
esa obra expiatoria en la cruz del Calvario. Cuando Jesús habla
acerca del Evangelio del Reino, su intención no es solamente
decir que el Reino ha llegado, llegó el Reino, No es eso, no
es sólo eso, sino que usted también puede ser incluido en él, si
usted todavía no lo ha hecho, si usted se une al rey mediante
la fe, creyendo que sólo él le puede salvar de su pecado. Esa
es la invitación, el reino de los cielos se ha acercado. ¿Qué
debo de hacer yo? Arrepentirme, y creer en el Evangelio. Esa es la invitación, arrepiéntanse,
arrepiéntanse porque el Reino de los Cielos se ha acercado. Esa es la invitación. Entonces cuando hablamos de esto
estamos hablando de que ser ciudadano del Reino de Cristo no es solo
una cuestión de vivir una vida acorde con el Reino. o de seguir el ejemplo de Jesús,
no estamos hablando de eso, o de vivir como Jesús vivió, no estamos
hablando de eso. El hecho, mis hermanos, es que
una persona puede profesar ser un seguidor de Jesús, puede ser
un vividor de la vida del reino y aún así, usted sabe qué cosa,
estar fuera del reino. porque el asunto no es que bueno
yo ahora tengo que vivir como cristiano y que me distingue
a mí como cristiano bueno un cristiano es alguien que no dice
malas palabras es alguien que se abstiene de bebidas alcohólicas porque sabemos que eso eso es
dañino para la sociedad ser cristiano es alguien que no miente ser
cristiano es alguien que se maneja bien los negocios ser cristiano
es una persona que no viola las leyes de tránsito.
Ser cristiano es ser una persona que honra el matrimonio, ¿verdad? Es fiel. Ser cristiano es, para
los que no se han casado, una persona que no tiene relaciones
fuera del matrimonio, relaciones sexuales. Entonces, si yo hago
esto, ya yo soy cristiano. No es eso. No es eso. Eso es parte, mis hermanos, pero
no se queda allí porque hay muchas personas que pueden vivir todos
esos principios y aún así no ser parte del reino. Así que no piense, no, que esa
es una buena persona, que esa no le hace mal a nadie, que no
hace aquello, que no hace lo otro. No piense que por eso esa
persona ya merece el reino, porque el reino de Dios no se merece,
no se gana. por buenas actitudes, buenos
comportamientos. ¡No! No es así. Usted puede vivir como Jesús
vivió todo lo que usted quiera y con todo y eso no ser parte
del reino. Porque usted necesita presentarse
ante el Rey Crucificado y usted necesita presentarse ante el
Rey Crucificado. ¿Usted sabe cómo? en arrepentimiento
y fe, dependiendo solamente de Él como el sacrificio perfecto
por su pecado y su única esperanza para salvación. Esa es la única
forma. Si usted no viene en arrepentimiento
y fe delante del Señor, usted no va a formar parte nunca del
reino de Dios. Usted no es ni cristiano ni ciudadano
de su reino por muchas cosas buenas que usted trate de hacer.
Para usted formar parte del reino de Dios, del reino de los cielos,
usted necesita venir en arrepentimiento y fe delante de ese Rey que fue
crucificado por sus pecados. La manera para ser incluido en
el Reino de Dios es viniendo al Rey en arrepentimiento y fe. No solamente ovacionándolo como
un gran ejemplo que nos muestra un mejor camino para vivir como
hacen muchas gentes. Usted necesita venir a Él confiando
humildemente en Él como el Señor suyo, como el crucificado, como
el resucitado, quien es el único que puede librarlo de la sentencia
de muerte. Al final de cuentas, la única
manera de entrar en el reino es mediante la sangre del rey. Visto esto, yo quiero exhortarles Por último,
hacerles un llamado a vivir para el rey. Ser ciudadano del reino
es ser llamado a vivir la vida del reino. En Romanos 6, Pablo llama a los
cristianos a reconocer que hemos sido rescatados del dominio del
pecado y que hemos sido trasladados al reino de Dios. Miren como lo aborda Romano 6
desde el verso 6 en adelante preste atención se lo leo Romano
6 6 en adelante Sabemos esto, que nuestro viejo hombre fue
crucificado con Cristo para que nuestro cuerpo de pecado fuera
destruido a fin de que ya no seamos esclavos del pecado, porque
el que ha muerto ha sido libertado del pecado. Y si hemos muerto
con Cristo, creemos que también viviremos con Él. Sabiendo que
Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá
a morir. La muerte ya no tiene dominio
sobre Él. Porque en cuanto a que Él murió,
murió al pecado de una vez para siempre. Pero en cuanto Él vive,
vive para Dios. Así también ustedes, considérense
muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Romanos 6, 6 al 11. Cuando nosotros somos
trasladados al reino de Dios mediante la fe, el Espíritu Santo
nos da nueva vida, nos convertimos en ciudadanos de un nuevo reino,
nosotros somos ahora súbditos de un nuevo rey. ¿Sabes lo que
significa ser súbditos? Estar bajo la autoridad, bajo
el dominio, bajo la obediencia, bajo la honra de un nuevo rey. Y debido a eso, entonces nosotros
tenemos una nueva obligación de obedecer al Rey, de vivir
de una manera que le plazca al Rey, no a mí, no al mundo, no
a lo que yo siento en la mente que debo de vivir. Y por esa
razón el apóstol Pablo dice, siguiendo la lectura de Romanos
6, 12 y 13, Por tanto, no reine el pecado
en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias,
ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos
de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como vivos
de entre los muertos y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia. Romanos 6, 12 al 13. Entonces luego que ya yo he venido
en arrepentimiento y fe a ese rey crucificado, ¿qué yo debo
de hacer? ¿Seguir viviendo la vida como
la viví hasta ahora? No. No. Ahora debo de vivir la vida
cristiana, pero primero tengo que venir al rey en arrepentimiento
y fe. Mira, hasta que Cristo venga,
mis hermanos, nosotros vivimos, nos mantenemos viviendo en esta
era pecaminosa. y nuestro Rey nos llama a vivir
una vida que es digna del Reino que nos ha llamado a vivir. El
Señor nos manda a brillar como estrellas en una generación corrupta,
en una generación maligna, en una generación depravada. y esto
no significa en absoluto que vivir la vida del reino sea lo
que nos hace parte del reino, se trata de que una vez que nosotros
hemos sido incluidos en el reino mediante la fe en el rey, nos
enfrentamos a un nuevo maestro, a una nueva ley, a un nuevo panorama,
una nueva vida y por lo tanto comenzamos a querer vivir la
vida del Reino. La Biblia nos dice que en esta
era la vida del Reino se lleva a cabo principalmente a través
de la Iglesia. No es lo único. La Iglesia es
donde el Reino de Dios se hace visible en esta era Eso es lo que nos dice Efesios
3, 10. Nos dice que la infinita sabiduría de Dios puede ser dada
a conocer ahora por medio de la Iglesia. Esto no es invento
mío, mis hermanos, está en la Escritura, es palabra de Dios.
La Iglesia es la arena que Dios ha escogido para mostrar su misericordia
y la gloria de su Evangelio. La iglesia es la embajadora de
Dios en este mundo. Es la representante de Dios en
este mundo. La iglesia es donde nosotros
vemos el reino de Dios manifestado en este mundo. Es la iglesia. ¿Quiere usted saber qué aspecto
tiene el reino de Dios? Al menos antes de ser perfecto
allá en la eternidad. Aquí, de este lado, ¿quiere saber?
¿Quiere ver qué aspecto tiene? ¿Quiere ver la vida del reino
en esta era? ¿La quiere ver? Mire la iglesia. Ahí es donde
la sabiduría de Dios es manifestada. Donde gente que antes estaba
alejada es reconciliada, es unida en Jesús. donde el Espíritu Santo
de Dios está trabajando, donde el Espíritu Santo de Dios está
reconstruyendo, está rehaciendo vidas humanas. Es allí en la
iglesia donde el pueblo de Dios aprende a amarse el uno al otro.
Es allí en la iglesia donde el pueblo de Dios aprende a llevar
las cargas los unos a los otros, no es solo. Es en medio de la
iglesia donde aprendemos a llorar los unos por los otros. Es en
medio de la iglesia donde aprendemos a gozarnos los unos a los otros. Es en medio de la iglesia donde
aprendemos a dar cuentas. Cuentas. Palabras tan sencillas
como ¿Y qué te pasó? ¿Por qué no viniste a la iglesia
hoy? No lo vea como algo molestoso. Al contrario, es como parte.
Que entendemos que tú eres parte del reino de Dios. Nos preocupa
cuando no llegaste a la iglesia. ¡Claro! ¡Claro! La iglesia no
es perfecta. Nunca lo será. Nunca será la
iglesia perfecta. Nunca busque de este lado de
la eternidad una iglesia perfecta porque nunca la encontrará. Pero
la Iglesia es donde la vida del Reino es vivida y manifestada
a un mundo que está desesperadamente necesitado de ser salvo. Claro
que esta necesidad desesperada del mundo de ser salvo es lo
que hace que vivir como ciudadano del Reino sea algo muy difícil. Para el mundo los cristianos,
aunque no lo digan con sus labios, para el mundo los cristianos
somos una amenaza para ellos y siempre será así. Nosotros en las escrituras nunca
leemos que esta batalla que estamos librando va a ser fácil. El Señor
nos prometió algo. Ustedes saben que nos prometió
el Señor. que en el mundo tendremos aflicción,
eso es seguro. Pero ¿qué también nos prometió?
Confiar. Confiar, ¿por qué? Porque Él
ha vencido al mundo. En medio de todo esto nosotros
los cristianos perseveramos porque sabemos que nos espera una herencia
en la presencia de Dios que ni nos imaginamos y esa esperanza
nos lleva a considerar que nuestros sufrimientos presentes son realmente
pequeños, a pesar de que quizá la mente de nosotros cuando se
nos va a estar enfocadas en el Señor, nos lleva a ver los problemas
grandes. Que esta, dice la palabra, esta
leve tribulación momentánea ¿A quien usted le cree? ¿Al mundo?
¿A lo que dice su mente? ¿A Satanás? ¿A quien usted le
cree o a lo que dice la palabra? Esta leve tribulación momentánea
no tiene comparación. Esto es algo pasajero. No son
dignos de comparación con la gloria que será revelada en nosotros
cuando regrese nuestro Rey. Gloria al Señor por ello. La
invitación entonces, mis hermanos, es estar afirmados en esta verdad. La invitación es que si usted
no ha venido en arrepentimiento y fe delante del Señor, acuda
a Él. Acuda delante del Crucificado. Venga en arrepentimiento y fe.
Confíese sus pecados delante del Señor. Reconozca que usted
no merece absolutamente nada de parte del Señor. Entréguese
por completo a Él. y venga a formar parte de este
reino glorioso que ha comenzado a manifestarse desde el mismo
momento en que Cristo se manifestó en carne aquí en la tierra y
llegará a su conclusión final en aquel día glorioso donde Él
llamará a sus ovejas de las cabras. La invitación es que usted sea
parte de esas ovejas y está en sus manos responder a ese llamado. estemos de pie y oremos al Señor.
El Reino de Dios y la Iglesia
Series Actividades Especiales
La encarnación de Jesús fue mucho más que una visita amable de nuestro creador. Fue el despliegue de la contraofensiva final y definitiva de Dios contra el pecado, muerte y destrucción que habían entrado al mundo cuando Adán cayó. Lo que esto significa es que muchas de las bendiciones del Reino ya son nuestras.
Si te interesa conocer más acerca de este tema, te invitamos a que te comuniques con nosotros a través del número: +1(809)234-7795 y el correo electrónico: [email protected]
La versión de la Biblia que utilizamos es la Nueva Biblia de Las Américas (NBLA)
| Sermon ID | 1028241951416801 |
| Duration | 48:01 |
| Date | |
| Category | Sunday - AM |
| Bible Text | Colossians 1:12-13 |
| Language | Spanish |
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