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Dice así la palabra del Señor.
Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para
que también los que no creen a la palabra sean ganados sin
palabra por la conducta de sus mujeres, considerando vuestra
conducta casta y con reverencia. el adorno de las cuales no sea
el exterior, con cabellos ostentosos y atavío de oro, o en vestir
ropa lujosa, sino el interior, el del corazón, en el incorruptible
adorno de un espíritu manso y pacífico que es de gran estima delante
de Dios. Porque así también se ataviaban
en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios
estando sujetas a sus maridos. como Zara obedecía a Abraham,
llamándolo Señor, de quien vosotras sois hechas hijas, haciendo bien
y no teniendo ningún temor. Igualmente vosotros, maridos,
habitad con ellas con entendimiento, dando honor a la mujer como a
vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para
que vuestras oraciones no sean impedidas. Amén. Hasta ahí la
lectura de la Palabra del Señor. Bueno, hermanos, ya es la tercera
vez que regresamos a este pasaje de 1ª de Pedro, capítulo 3. Ahora, para que no me malentiendan,
no hemos regresado tantas veces a este capítulo, a esta porción
de 1ª de Pedro 3, porque nuestras mujeres son tan desordenadas
que necesitan que se les reclame una y otra, una y otra vez. no es con esa intención que hemos
vuelto tantas veces a esta sección de primera de Pedro, donde se
le dice a las esposas cuál es su deber. Es al contrario, porque
hay tanta riqueza de enseñanza no solamente para esposas, sino
para todos, que ya es la tercera vez que volvemos a este mismo
pasaje. Bueno, creo que fue en marzo
que iniciamos y tuvimos otra predicación en julio, pero ahora
ya estamos en octubre, así que déjenme recordarles rápidamente
el contexto aquí en Primera de Pedro. Pedro nos ha llamado a
seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. Nos ha recordado
de quiénes somos en Cristo al inicio del capítulo dos, y luego
nos ha llamado a seguir el ejemplo de Cristo en someternos en aguantar
aún un trato injusto. y da casos difíciles para mostrar
qué clase de ejemplo nos da Cristo. Da el caso difícil de cuando
somos siervos esclavos de un padrón irrazonable, de un padrón
que hasta nos golpea sin que lo hayamos merecido. Luego da
otro ejemplo de un caso difícil que es el caso de una mujer con
un esposo incrédulo, un esposo que no creen el Señor Jesucristo. En el contexto original, ¿verdad?,
lo más probable es que haya sido un esposo pagano que tenía sus
estatuas en la casa, ¿verdad?, y les ofrecía incienso y tenía
sus ritos, ¿verdad?, y quizás de vez en cuando salía para participar
en algún rito público con sacrificios de toros o de cerdos o de lo
que sean, ¿verdad?, en honor de quizás la diosa Artemisa o
alguien así, ¿verdad?, los dioses conocidos en el imperio romano,
dioses obviamente entre comillas, ¿verdad? Bueno, ese es un caso
difícil, pero Pedro nos pone esos casos difíciles no como
agotando todos los casos difíciles, sino porque eran muy vigentes,
¿verdad?, conocía a varias personas que esa era su circunstancia,
su situación. Y entonces, ¿cómo debían de comportarse? Bueno, en el caso de las mujeres
con esposos inconversos, debían tener una conducta casta y respetuosa. En vez de estar siempre hablando
y hablando y hablando al esposo, debían ganarlo más bien con la
conducta que con la palabra. Y vimos que eso es un buen principio
general, cuando hay alguien en autoridad sobre nosotros, muchas
veces ganamos más no insistiendo, no explicando, sino mostrando. Y entonces ese principio de ganar
a la gente sin palabra no es lo acostumbrado, siempre preferimos
poder platicar. pero hay circunstancias donde
no nos van a escuchar, y entonces les tenemos que mostrar. Y claro,
siempre, aunque nos permitan platicar, siempre debe de existir
coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, ¿verdad?, para
que no pongamos obstáculos en frente a la palabra del Señor.
La vez pasada estábamos considerando esa prohibición del cabello ostentoso,
atavío de oro, vestir ropa lujosa, y vimos que es una prohibición
comparativa. O sea, Pedro no está diciendo
que una mujer debe deliberadamente hacerse fea, ¿verdad?, en su
apariencia, sino que el deseo que todos tenemos hacia la belleza,
incluso hacia lucir bien, Dios entiende ese deseo, Dios confirma
ese deseo, pero lo dirige hacia lo que no es perecedero. Lo dirige al adorno de la persona
interior. O sea, mi carácter, mi conducta,
cómo soy, cómo pienso, eso es más importante que cómo me veo. pues imagínense el caso, hermanos,
hay un incendio en la casa, y posiblemente uno sale bastante marcado, ¿verdad?,
quemado, y ya, pues la apariencia no es igual, ¿verdad?, las quemaduras
pueden resultar en un rostro ya muy feo objetivamente hablando. Pero eso no cambia si soy una
persona honesta, si soy una persona generosa, si soy una persona
de bien, el hecho que haya sufrido ese accidente, ¿verdad?, no me
roba el adorno verdadero. Y entonces, todos nosotros, pues
sí, claro, debemos mantener buena higiene, debemos de peinarnos,
debemos de cortarnos las uñas y lo que sea, ¿verdad?, y cuando
salimos, no queremos espantar a la gente por nuestra apariencia,
¿verdad?, y entonces, pues si nos peinamos, ¿verdad?, si nos
cuidamos, pero ponemos mayor énfasis en ese adorno espiritual,
el adorno de un espíritu manso y pacífico. Y vimos que eso no
se limita a las mujeres, porque Moisés fue manso más que todas
las otras personas que habían vivido hasta ese momento, y vimos
también que el Señor Jesucristo es destacado por su mansedumbre. Y entonces eso de tener un espíritu
manso y pacífico, ¿verdad? Claro, es muy necesario para
mujeres en esa situación con un esposo inconverso, pero no
se limita solamente a ellas, ¿verdad? También esposas que
tienen un esposo cristiano, también los varones necesitamos ese espíritu
manso y pacífico. Bueno, todo eso de recuerdo nos
trae a los versículos cinco y seis, que es lo que nos corresponde
el día de hoy. Vamos a volver a leer estos versículos
para tenerlo en la memoria, porque así también, o sea, de esta manera
espiritual, con un espíritu manso y pacífico, porque así también
se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban
en Dios estando sujetas a sus maridos, como Sara obedecía a
Abraham, llamándolo Señor, de quien vosotras sois hechas hijas,
haciendo bien, y no teniendo ningún temor." Bueno, vamos a
pensar un momento, ¿qué es lo que Pedro quiere lograr aquí
con mencionar a las santas mujeres y específicamente a Sara, verdad,
la esposa de Abraham, la madre de ¿Por qué apela a santas mujeres
y específicamente a Sara? Bueno, esto es un tema que encontramos
varias veces en la Biblia, ¿verdad? Obviamente ya nos ha llamado,
ya nos ha recordado el ejemplo de Cristo, quien debemos seguir,
¿verdad? Capítulo dos, versículo veintiuno.
Para esto sois llamados, porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo para que vosotros sigáis sus pisadas." Y bueno,
Pablo también lo dice, ¿verdad? Efesios cinco dice que debemos
de ser imitadores de Dios como hijos amados. O también nos dice
en primera de Corintios once, que debemos de ser imitadores
de Él, como Él era de Cristo. Primera de Corintios once uno,
ser imitadores de mí, dice Pablo, así como yo de Cristo. O nuevamente Primera de Corintios
cuatro dieciséis dice, por tanto, les ruego que me imiten. O sea, se pone a sí mismo, o
también en primera de Tesalonicenses, 1, versículo 6, dice, Vosotros
vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor. O nuevamente en el 2, 14, dice,
Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias
de Dios en Cristo Jesús que están en Judea. O para mencionar un
ejemplo que probablemente no viene del apóstol Pablo, de Hebreos
capítulo seis, y el versículo doce dice, está escribiendo,
para que no sean perezosos, sino imitadores de aquellos que por
la fe y la paciencia heredan las promesas. Y también en Hebreos
13, ¿verdad?, cuando nos llama a seguir la fe de nuestros líderes,
es una idea parecida. Bueno, todo eso entonces demuestra,
establece, que en la Biblia el tema de imitar los buenos ejemplos
es un tema conocido, ¿verdad?, es bastante frecuente. Obviamente
el patrón principal es Dios. Seamos santos porque Dios es
santo, o como Dios es santo, ¿verdad?, o como Cristo dice,
sean perfectos como tu Padre que está en los cielos es perfecto,
Mateo 5, 48, ¿verdad? Pero bueno, que conocemos de Dios, y sobre
todo, ¿qué conocemos de Dios bajo condiciones humanas? Bueno,
ahí el ejemplo es el Señor Jesucristo. Nos ha dejado ejemplo, debemos
de ser imitadores de Cristo. Y Cristo es el ejemplo máximo
porque es Dios, pero es Dios hecho hombre, viviendo bajo condiciones
humanas, sujeto a nuestras limitaciones. Pero también es el ejemplo perfecto,
el ejemplo máximo, porque es el único ejemplo completamente
sin pecado. Y entonces, aunque debemos de
imitar todos los buenos ejemplos, los otros ejemplos, los ejemplos
que no son Cristo, se pueden imitar, pero en medida, con la
reserva que da Pablo en primera de Corintios once uno, ser imitadores
de mí como yo de Cristo. Bueno, los momentos en que Pablo
hizo mal, como por ejemplo cuando participó en el asesinato de
Esteban, ahí sí no lo debemos de imitar, ¿verdad?, o cuando
le golpearon en la boca y se enojó y tuvo que pedir una disculpa,
¿verdad?, ahí no debemos de imitarlo. posiblemente cuando se peleó
con Bernabé por causa de Marcos, ¿verdad?, y ya no pudieron colaborar,
quizás ahí es otro momento donde no deberíamos de imitar a Pablo. Y podríamos decir lo mismo de
Pedro, ¿verdad? Hay que imitar a Pedro en confesar
a Cristo, pero no en negar a Cristo. O de David, hay que imitar a
David en obedecer al Señor, pero no en cometer adulterio, y así
con todos, ¿verdad? Y entonces Cristo es el ejemplo
máximo, porque con Cristo nunca debemos, nunca tenemos que pensar,
bueno, a lo mejor ahí estuvo pecando y no lo puedo seguir.
Pero aún con el ejemplo de Cristo hay una limitación, y eso es,
Cristo es la cabeza de la iglesia. Cristo es el Redentor del mundo. Hay ciertas cosas que le hace
que no son malas, por supuesto, pero donde no sería correcto
imitarlo porque no ocupamos el mismo oficio. Bueno, para dar
un ejemplo, ¿se acuerdan cuando Cristo limpió el templo, verdad,
y sacó los animales a golpes y volcó las mesas de los que
cambiaban dinero y etcétera? Bueno, Él ahí actuó como el verdadero
significado del templo, como el siervo celoso del Señor. Ahora,
si yo entro en un lugar donde yo no soy dueño, y comienzo a
voltear las mesas y etc., estaría mal. No porque fue malo cuando
Cristo lo hizo, pero porque yo no tengo el mismo oficio que
Cristo. Y entonces, aun con Cristo tenemos
que distinguir, ¿qué se nos propone como ejemplo para imitar? y que
se nos presenta como algo exclusivo para adorar. Porque existe esa
diferencia, ¿verdad? Bueno, y entonces quizás lo que
sigue es la pregunta, bueno, si tengo el ejemplo perfecto
de Cristo, ¿por qué necesito el ejemplo de las santas mujeres,
de Sara, de David, de Pablo, de otras personas? Bueno, por
dos motivos. Un motivo es que a veces decimos
Y no es tan bien, ¿verdad? Pero Dios entiende que así pensamos. Dicimos, bueno, quisiera imitar
a Cristo, pero no puedo porque yo soy pecador y Él no. Y entonces
es útil tener el ejemplo de otras personas que también fueron pecadores,
¿verdad? Para que no pongamos pretextos.
Para que no digamos, bueno, Cristo lo hizo, pero nadie más. Él es
perfecto. No se puede esperar eso de mí.
Bueno, Cristo pacientemente aguantó el ser crucificado. pero Pedro
también, y entonces eso me deja saber, ¿verdad?, que no puedo
decir, bueno, Cristo sí, pero yo no. Es útil tener ejemplos
de pecadores, quien obedecen al Señor, quien perseveran, quien
sirven a Dios, a pesar de las circunstancias difíciles, para
que no pongamos pretextos. También es útil porque la vida
de Cristo fue breve relativamente hablando, ¿verdad?, y no abordó
todas las circunstancias que puede enfrentar un ser humano. Bueno, simplemente para que quede
muy claro, Cristo fue niño y hombre, pero obviamente Cristo nunca
fue mujer, ¿verdad?, y entonces parte de lo que quiere decir
seguir a Cristo como mujer se puede aprender, se puede profundizar
viendo el ejemplo de las mujeres santas en otro momento. También podríamos observar que
Cristo, por ejemplo, no tuvo familia propia, ¿verdad?, y entonces
nunca lo hemos visto como papá de hijos, ¿verdad?, y entonces
ahí es otro lugar donde posiblemente sería útil redondear el ejemplo
de Cristo con el ejemplo de cristianos. Por un lado, entonces, hermanos,
una aplicación muy práctica es que miren en su alrededor con
dos pensamientos. Uno es, ¿quién conozco que podría
servirme como buen ejemplo, como modelo para imitar? No siempre
y en todo, porque también tienen sus defectos, ¿verdad? Pero,
¿quién podría ayudarme, si yo sigo sus pisadas, dar paso adelante? llegar a lo que sigue en la vida
cristiana. Ojalá dentro de la iglesia hay
personas que uno puede mirar y decir, esta persona me sirve
como ejemplo. Pero también debemos de mirar
alrededor y decir, mira, yo quiera o no, estoy dando ejemplo, estoy
dando ejemplo a los niños, ¿Estoy dando ejemplo a los jóvenes?
¿Estoy dando ejemplo a los otros hermanos y hermanas de la iglesia?
¿Estoy dando un buen ejemplo o un mal ejemplo? Los niños pueden
pensar esto en sus clases, ¿verdad? Los niños chiquitos observan
a los niños que son un poquito mayores, los mayores observan
a los que ya son adolescentes, los adolescentes observan a los
que ya son adultos, y entonces puede haber una buena cadena
de imitación o puede haber una mala cadena de imitación. Quizás
los niños más pequeños, ¿verdad?, cinco, seis, siete años por ahí,
ven a los niños de nueve, diez, once años y dicen, bueno, él
se porta mal y parece divertido y yo voy a hacer lo mismo. No
está bien. Todos debemos de ser responsables,
¿verdad?, de aceptar la carga que somos ejemplos para otros. Eso es inevitable. Si los otros
nos pueden observar, somos ejemplos. La pregunta no es si vamos a
ser ejemplos o no, la pregunta es si seremos buenos ejemplos
o malos ejemplos. Y obviamente eso también se aplica
en la casa, ¿verdad? Los niños observan a sus padres
y muchas veces, no siempre, pero muchas veces dicen, yo quiero
ser como papá o yo quiero ser como mamá. A veces dicen lo contrario,
¿verdad? Dicen, no quiero ser como mamá,
no quiero ser como papá, ¿verdad? pero hay que darles un buen modelo. Ahora, con referencia al texto,
¿verdad?, Pedro alude a aquellas santas mujeres que esperaban
en Dios. Ahora solamente menciona a Sara,
¿verdad?, y entonces vamos a dedicar la mayoría de nuestra atención
a Sara, pero es de valor entender de antemano que no fue solamente
Sara. ¿Quién más en el Antiguo Testamento
podría servir como ejemplo? Bueno, Eva podría servir. ¿Ibas
a decir Eva? ¿Yo? No, Abril. ¿Quién ibas a decir Abril? María. ¿Quién? María. María, muy bien. La hermana de Moisés, ¿verdad?
Del Antiguo Testamento. A Ruth. A Ruth, muy bien. Un ejemplo excelente es Ruth,
¿verdad? Del Antiguo Testamento. Este
era excelente también, ¿verdad? Muy buen ejemplo ella. ¿Y tan?
María. María, correcto, ¿verdad? ¿También? Claro, supuse eso, ¿verdad? Una
del Antiguo Testamento, una del Nuevo Testamento. Y en el Nuevo
Testamento hay como cuatro Marías, ¿verdad? Ya fue un nombre bastante
popular en ese entonces. Loira, Eunice, podemos pensar
en Ana, la mamá de Samuel, también, ¿verdad? O sea, en el Antiguo
Testamento hay muchas mujeres quienes confiaron en Dios o esperaban
en Dios, y eso es algo que todos debemos denotar. ¿Cómo nos ataviamos
de un espíritu manso y pacífico ¿Cómo cultivamos el adorno espiritual
que Dios quiere ver en nosotros? ¿Cómo llegamos a ser hermosos,
guapos espiritualmente? Esperando en Dios. Donde no hay esa confianza en
el Señor, donde no le creemos a Dios, pues obviamente las otras
virtudes espirituales nos siguen. Comenzamos por la fe. Y entonces este versículo resalta
la importancia de la fe. Usa la expresión esperar en Dios,
pero esa es básicamente otra manera de decir confianza, o
creer, o tener fe. Así lo expresa muchas veces la
Biblia, porque en la práctica ¿Cómo funciona la fe? Pues nos
permite esperar, nos permite aguantar. Tenemos una promesa
pero no vemos el cumplimiento de la promesa y sin embargo no
desmayamos, no nos damos por vencidos, seguimos adelante porque
estamos esperando el cumplimiento, confiamos que Dios cumplirá su
promesa. Y entonces por eso esperar, puede
ser otra expresión para la fe, ¿verdad?, porque es una de las
maneras principales en que la fe se ejerce. Bueno, entonces,
de estas mujeres, Eva obviamente no cuando tomó el fruto prohibido,
¿verdad?, pero cuando invocó al Señor, y las mujeres que siguen
en la Biblia, y obviamente Sara misma, ¿verdad?, que también
se menciona en Hebreos, podemos ver que las mujeres santas de
antaño se adornaban buscando al Señor, cultivando el adorno
espiritual. ¿Qué saben de cómo se vestía
Sara? ¿Qué saben de cómo era su peinado?
¿Sara hizo un video de YouTube con tutorial de maquillaje? No,
¿verdad? De TikTok, también, ¿verdad?
Es más probable. Bueno, y entonces no sabemos,
¿verdad? Con Rebeca sabemos que le pusieron un anillo en su nariz,
¿verdad? Y que tenía brazaletes. ¿Pero
traía aretes? ¿Tenía collar? No sabemos, ¿verdad? Y aún el anillo que sabemos que
sí le pusieron en su nariz, no sabemos cómo se veía. ¿Tenía
joyas o era sencilla? No sabría decirle. porque aunque
la Biblia menciona a veces esos detalles, no se enfoca en eso.
¿Por qué? Porque no es lo principal. Si
por algún milagro Sara apareciera justo aquí en este momento, yo
no la reconocería, yo no sabría quién es Sara. La Biblia nos
dice que era hermosa, bueno, pero cómo era su aspecto no sabemos. Pero lo que sí sabemos es que
descansó en el Señor, esperó a Dios, se sujetó a su marido. Eso es lo que sabemos de Sara,
eso es lo que podemos imitar, ¿verdad?, esas virtudes en nuestra
medida. Ahora, vale la pena notar aquí,
hermanos, que cuando Pedro dice que se sujetaron a sus maridos,
no se equivocó, no dijo algo indebido, lo expresa, y lo expresa
de esta manera, que por el adorno interno, por este espíritu manso
y pacífico, por esta esperanza en Dios, salió el adorno visible
a sus esposos, que eran sujetas. Bueno, ¿qué quiere decir que
eran sujetas? Pues podemos ver en la Biblia, no quiere decir
que no hablaban con sus esposos, no quiere decir que no mencionaban
problemas, ¿verdad? Esta misma Sara, ¿verdad?, reclamó
a Abraham que su hijo, Ismael, estaba burlándose de Isaac, ¿verdad?,
y obligó a Abraham a enviarlo lejos. No quiere decir que no
tenían opiniones, que no tenían pensamientos, no quiere decir
que no tenían valor y que no aportaban. La Biblia no dice
nada de eso, al contrario, cada vez que la Biblia habla del hogar,
enfatiza lo importante que es el papel de la mujer. Dios nos
manda, bueno, en el versículo que sigue, ¿verdad?, nos manda
honrar a las mujeres, a las esposas, ¿verdad? y entonces esto no se
trata de minimizar a la mujer, esto no se trata de decir algo
ofensivo, como si contara por menos. Pero sí establece que
hay orden dentro de la familia, y que dentro de la familia la
mujer se debe de someter a su esposo. Entonces habrán Viaja
aquí, viaja allá, viaja por este lado, viaja por aquel lado. Da
vueltas, ¿verdad? Está en Ur, está en Canaan, está
en Egipto, se regresa a Canaan y Sara va con él. Donde quiera
que Abraham va, Sara va también. Es una manera en que se sujeta
a él. Cuando vienen visitas y Abraham
les quiere hospedar, le dice a Sara que le apoye en preparar
comida. Él también participa, ¿verdad?
Él va corriendo para escoger un borreguito de los que tenía
por ahí, ¿verdad? pero le dice a Sara, prepara
comida, y ella prepara comida. No es muy complejo, ¿verdad?
A veces nosotros lo sobrecomplicamos. Quiere decir que son un equipo,
claro, trabajan juntos, pero uno es el que dice, así y así
va a ser. Ahora, no tiene que entrometerse
con todo, no tiene que estar ahí, Recuerda que así, así se
hace el guisado. Bueno, si no le tienes confianza
de hacer el guisado, mejor no le dices que lo haga, ¿verdad?
Pero está esta realidad. La mujer se somete, se sujeta
a su marido. Ya hemos visto que hay limitaciones,
¿verdad? Pedro no dice a las mujeres,
bueno, si tu esposo dice que no vayas a la iglesia, no vayas.
Parece no ser algo que él estaba contemplando. El servicio a Dios
es antes, es primero, es más fundamental que la sujeción al
esposo. Pero la sujeción al esposo es
parte de servir a Dios bajo situaciones normales, ¿verdad? No estamos
hablando de situaciones extremas, ¿verdad? No estamos hablando
de un esposo borracho que dice, mira, vamos a vender el carro
y vamos a abandonar a los niños y vamos a irnos a otro lado. Ah, obviamente ahí ya no, ¿verdad?,
ya no entra la sumisión, porque ya sería desobedecer al Señor,
¿verdad? Entonces, no quiero exagerar.
La sumisión es en cosas cotidianas, pero por eso mismo se vuelve
costumbre, ¿verdad?, se vuelve el patrón normal, que no me someto,
o ustedes no se someten, en dado caso que sea necesario, pero
no es lo principal, no es lo que acostumbran, no es el lado
por el cual comienzan. Ahora, el motivo de esto no es
simplemente complacer al esposo. El motivo de esto no es que el
esposo es muy sabio, que es muy diestro, que es muy potente,
que inspira confianza, que gana mucho dinero o lo que El motivo
de esto es que este es el adorno que le agrada a Dios. Hay mujeres y el esposo es menos
inteligente que ellas. ¿Aún así se tienen que someter?
Pues sí. Pedro está contemplando el caso.
La mujer es más espiritualmente despierta que el esposo. Ella
es creyente y él no. Y aún así, ¿qué dice? sujétense a sus maridos. Hay limitaciones, pero debemos
de pensar que este es el patrón cotidiano, esto es lo que anticipamos
todos los días. No a la luz de las virtudes del
esposo, a la luz de lo que le agrada a Dios. Y bueno, es por
eso también que es tan importante esperar en Dios, porque sin la
confianza en Dios, ¿cómo van a poder aguantar un esposo incrédulo,
un esposo necio, un esposo con prioridades distorsionadas, un
esposo quizás no muy cariñoso, un esposo que tiene muchos problemas,
¿no? Si dependiera de Él, pues en
ese caso nadie se iba a someter, ¿verdad? Pero si depende de Dios,
ya es otra cosa, ¿verdad? Ya es mucho más factible. Y entonces, Pedro da el ejemplo
concreto de Sara obedeciendo a Abraham. Bueno, ya hemos mencionado
algunas maneras en que Sara la obedeció, pero Pedro apela a
un momento específico, cuando Sara lo llamó Señor. Y es un momento curioso, ¿verdad? Sara ha estado escuchando la
plática de los tres hombres que representan a Dios, ¿verdad?
Han llegado para comunicar la palabra de Dios, y ha estado
escuchando esa plática que los tres hombres tienen con Abraham,
y cómo han prometido que Sara dará a luz. Y Sara como que ríe
entre sí, ¿verdad? Y dice, ¿cómo va a ser mi Señor
siendo ya viejo? Y entonces se nota que en Sara
en ese momento hay incredulidad. De hecho, esos hombres la reprenden
por su incredulidad. Pero es el único momento en la
Biblia cuando Sara habla de Abraham como Señor. Y entonces eso nos
lleva a observar que en Sara, en ese momento, cuando había
incredulidad frente a esta promesa específica de Dios, sin embargo,
hubo algo bueno. la manera en que ella habitualmente
pensaba en su esposo era como su señor. Ahora no digo que al
regresar a la casa, ¿verdad?, tienen que comenzar a decir,
señor Valentín, señor Julio, señor Eder, señor Miguel, ¿verdad? No es necesario quizás llegar
a ese extremo. Pero yo pienso que el hecho que
Sara estaba, digamos, pecando en ese momento, y aún así, de
esa manera, piensa en Abraham, muestra la costumbre de su corazón,
¿no? Estaba acostumbrada a la sumisión,
y por eso así piensa y habla de Abraham. O sea, no era, bueno,
hoy, como excepción, voy a someterme a mi esposo. era el adorno permanente,
acostumbrado. No digo que no tuvo sus faltas,
¿verdad? Supongo que a veces Abraham y
Sarah discutieron. Supongo que a veces Sarah no
se sometía a la perfección, ¿verdad? Y bueno, de hecho, se nota, ¿verdad?,
cuando ella propuso que Abraham se acostara con su sierva, Agar,
¿verdad? Fue un momento en que no vemos
a Sarah como muy sumisa, digamos, ¿verdad?, sino tomando liderazgo.
indebidamente. Pero ese defecto, esa falta,
no invalida el adorno de su espíritu. Y bueno, eso, hermanos, creo
que es de mucho ánimo para todos nosotros, ¿por qué? Porque ¿qué
encontramos en nosotros? Pues encontramos incredulidad,
encontramos defectos, encontramos que Servimos a Dios de esta manera,
pero no de aquel manera. Llegamos a la iglesia quizás,
pero ya estando no nos fijamos, no prestamos atención. O queremos
leer la Biblia, pero ya no le entendemos nada. Queremos orar,
pero en vez nos quedamos dormidos. O lo que sea, ¿verdad? Tenemos
buenas intenciones, pero no cumplimos o no cumplimos en la medida que
quisimos. Hay una mezcla de pecado y de gracia en nosotros. igual
como en Sara, tiene el buen hábito de someterse a su esposo al mismo
tiempo que tiene incredulidad ante la Palabra de Dios. Bueno,
bienvenidos a la vida cristiana, ¿verdad? Así somos. Hay que seguir adelante, hay
que volver a intentar, hay que pedir el perdón y la ayuda de
Dios, pero no hay que darnos por vencido por esa realidad. Somos el Señor. y Él sigue obrando
en nosotros. Y lo que Pedro resalta no es
la falla de Sarai, no es su incredulidad, lo que Pedro resalta es lo bueno
de ella. Y eso, hermanos, nos muestra
un poquito acerca de cómo Dios nos ve, cómo Dios nos considera.
Dios tiene una lista y ahí en su lista escribe cuidadosamente
todos mis defectos para que nunca se le vaya a olvidar ni siquiera
una, Dios no nos ve así. Dios nos ve a través de Cristo,
justos y santos en Él, pero Dios también nos ve con ojos cariñosos. Bueno, todos que vivimos en familia
podríamos mencionar los defectos de nuestros familiares, ¿verdad?
Sabemos los niños que son quizás un poquito descuidados, irresponsables,
lojos, mentirosos, lo que sea, ¿verdad? Y los niños pueden mencionar,
¿verdad?, cómo los padres pierden el control y gritan, o cómo se
desaniman, o cómo no les gusta levantarse, o cómo nunca se quieren
acostar aunque saben que se tienen que levantar temprano, o lo que
sea, ¿verdad? Y los hermanos entre sí también
conocen sus defectos, ¿verdad? Pero no debe de ser el caso que
vamos con otras personas y lo primero que comentan es, ¡ay,
esa esposa que tengo no lo van a creer lo horrible que es! ¿Verdad? O padres y hijos, etc., hermanos. Porque también hay todo el lado
bueno que podemos mencionar y donde nos podemos enfocar. Y qué maravilla
Entender que Dios en su palabra, pues aquí están los defectos
de otros creyentes para que no nos desanimemos, para que seamos
realistas. Pero cuando se mencionan, cuando
los del Antiguo Testamento se mencionan en el Nuevo Testamento,
¿cómo es? Mayormente es con honra, hablando
de los puntos buenos. En Hebreos 11, por ejemplo, también
aparece Sara como ejemplo de la fe. Bueno, esa Sara incrédula
ante la promesa de Dios es nombrada como héroe de la fe, heroína
de la fe. ¿Cómo nos ve Dios? ¿Qué recuerda
Dios de nosotros? No lo malo, eso lo borra, eso
lo avienta en el mar de su olvido, como se ha dicho. Pero lo bueno
que Él ha puesto en nosotros, eso ve, eso resalta, eso escoge
mencionar. O sea, Dios nos ve con ojos tan
cariñosos que se olvida de nuestras fallas y resalta las virtudes
que Él mismo nos ha dado. De esa manera llegamos a ser
hijos, hijas, de estas, estos gigantes de la vida cristiana,
¿verdad?, como Sara, como Abraham. Y los podemos imitar. Cuando
hacemos lo correcto, hacemos lo que sabemos que es y no nos
dejamos llevar por el temor. El temor y el miedo son enemigos
de la buena conducta de esperar al Señor y de cultivar el adorno
espiritual de un espíritu manso y pacífico. Y entonces, si han
estado escuchando todo esto y dicen, ay, pero no puedo, es muy probable
que el problema principal es miedo, y que lo que tienen que
enfrentar con el Señor, lo que tienen que dialogar con Dios
y poner en oración, es precisamente ese punto, vencer el temor al
hombre, a las consecuencias, a lo que puede suceder si seguimos
el camino de Dios. Si pueden tramitar ese temor,
delante del Señor. Si pueden recibir la ayuda de
Dios en contra del temor, lo demás será mucho más factible,
porque el miedo nos obstaculiza de avanzar con este adorno espiritual. Pero tenemos el consuelo, tenemos
la confianza, ¿verdad? Sara tuvo sus problemas, pero
Dios la ayudó. Igual todos, nosotros solitos,
claro, no podemos. Pero con el Señor, con la ayuda
de Dios, todo lo puedo en Cristo. ¡Quién me fortalece! Con Cristo
puedo vencer el miedo. Con Cristo puedo cultivar un
espíritu manso y pacífico. Con Cristo puedo someterme a
las personas a las cuales me debo someter, aun cuando esas
personas no me inspiran confianza por su carácter propio. Con Cristo
sí se puede. Amén.
El ejemplo de Sara
Series 1 Pedro
A pesar de sus fallas, Dios recordó a Sara como a una mujer adornada con un espíritu manso que se expresó en la sumisión.
| Sermon ID | 1020241930434902 |
| Duration | 40:54 |
| Date | |
| Category | Sunday - AM |
| Bible Text | 1 Peter 3:5-6 |
| Language | Spanish |
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