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bien vamos a abrir nuestras biblias
en primera corintios capítulo 7 y vamos a meditar en esta tarde
del verso 10 al verso 16 primera corintios 7 del verso
10 al 16 lo tenemos hermanos Voy a leer para ustedes, ustedes
siguen con su vista y después de esta lectura vamos a venir
en oración al Señor. Dice así la palabra del Señor.
Pero a los que están unidos en matrimonio mando no yo sino el
Señor que la mujer no se separe del marido y si se separa quédese
sin casar o reconcílese con su marido y que el marido no abandone
a su mujer. Y a los demás yo digo, no el
Señor. Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente y ella
consciente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene
marido que no sea creyente y él consciente en vivir con ella,
no lo abandone. Porque el marido incrédulo es
santificado en la mujer y la mujer incrédula en el marido.
Pues de otra manera, vuestros hijos serían inmundos, mientras
que ahora son santos. Pero si el incrédulo se separa,
sepárese. Pues no está el hermano o la
hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a
paz nos llamó a Dios. Porque, ¿qué sabes tú, oh mujer,
si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si
quizá harás salva a tu mujer? Vamos a orar, hermanos. Padre nuestro que estás en el
cielo, te damos gracias Padre porque nos permites llegar hasta
este momento donde hemos de escuchar tu palabra. Te pido Dios eterno
que nos ayudes a recibir la Señor, que la atesoremos en nuestros
corazones Señor, para que la podamos poner en práctica Señor.
Y de esa manera seamos edificados, Padre Celestial. Me pongo en
tus manos, Señor, ayúdame a ser un mensajero fiel de tu palabra,
que hable, Señor, lo que tú quieres transmitir, Señor, en esta tarde
a tus hijos. Te lo pido, Padre, en el nombre
de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Amén. Continuamos con la enseñanza
de Pablo para los matrimonios. Esta sería la segunda parte de
cómo glorificar a Dios en tu matrimonio. En el sermón pasado
vimos a manera de repaso el contexto en el que se encontraba la iglesia
de Corinto. La inmoralidad sexual era algo
muy común. No era inusual saber de fornicación,
adulterio y divorcios. Vimos que algunos llegaron a
tener hasta 20 divorcios. Los corintios estaban en un punto
donde algunos habían cedido a estos pecados y otros hermanos creyeron
que la mejor forma de hacerle frente a estos pecados sexuales
era irse al extremo opuesto, prohibir las relaciones sexuales.
Por eso promovían el celibato entre los solteros, entre los
casados y entre los que habían enviudado. Pablo, hermanos, con
la sabiduría con que Dios lo había dotado, detecta que esto
iba a traer problemas aún mayores. El apóstol aconseja que el no
tocar mujer es bueno debido al tiempo en el que se vivía y que
Ya una vez casado, estas personas estarían más enfocadas en sus
esposas o en sus esposos, que no podrían trabajar para la obra
del Señor de la misma forma que cuando eran solteros. Sin embargo,
esto no era un estado superior al del matrimonio. A muchos no
les fue dado el don de continencia, y el permanecer célibes sería
peligroso para ellos, ya que los impulsos sexuales naturales
llegarían a ser incontrolables que los llevaría a cometer fornicación. Por eso Pablo les dice, cásense,
mejor es casarse que ser consumidos por deseos no satisfechos. El
matrimonio es una salida legítima a esto. Otros llegaron a decir
que también los matrimonios deberían abstenerse de intimidad para
ser más espirituales. Pero al igual que en el primer
caso, si estos deseos no son satisfechos, dentro del matrimonio
se puede caer en adulterio. Es mejor que ambos cumplan con
el deber conyugal. Pablo en el verso 8 y el verso
9 habla de aquellos que antes estuvieron casados. Y podemos
agregar aquí a los que son divorciados, que conocieron al Señor en este
estado. Pablo les dice que se queden
como él. Él también fue viudo, al menos
es lo que se cree, y permaneció célibe a partir de ahí. Difícilmente,
hermanos, podría haber hecho toda la obra misionera si hubiera
estado casado. Nosotros hasta el día de hoy
somos grandemente bendecidos gracias al sacrificio del apóstol
y al don que el Señor le concedió. Tenemos también el caso en la
Biblia de Ana. ¿Recuerdan cuando fueron a presentar
al Señor Jesucristo al templo? Lucas 2, del 36 al 38, dice,
Estaba también allí Ana, profetiza, hija de Fanuel, de la tribu de
Acer, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete
años desde su virginidad. Y era viuda, hacía ochenta y
cuatro años, y no se apartaba del templo, sirviendo de noche
y de día, con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma
hora, Daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban
la redención de Jerusalén. Esta mujer hermano se había enviudado
muy joven, pero ya no se volvió a casar, se entregó al Señor,
servía en el templo dice con ayunos y oraciones. Y que conste
que en ese momento ser una mujer viuda, hermanos, era algo complicado,
ya que no había las ayudas que tenemos en estos días. Se dependía
completamente del esposo o de los hijos. Pero ella no fue en
busca de otro hombre. Se sometió al Señor hasta que
llegó a conocer al Hijo de Dios y después de conocerle se convirtió
en una de las primeras evangelistas. Hermanos viudos, hermanos divorciados,
tomen este ejemplo de piedad y sometanse al Señor. Quédense
así, les dice Pablo, para que puedan hacer más para el Señor.
Sin embargo, si no pueden dominar aquellos impulsos, mejor es que
se vuelvan a casar, siempre y cuando sea en el Señor. Pidan consejo
a los ancianos de la iglesia. No hagan las cosas siendo sabios
en su propia opinión. Juntarse con un no cristiano
o una no cristiana no es del Señor. Ir tras la fornicación
o detrás del adulterio no es del Señor. Ahora Pablo, hermanos, pasa a
resolver las inquietudes tocante al divorcio y pone el caso de
matrimonios cristianos y matrimonios donde solo uno de los dos es
cristiano. Primeramente veremos instrucción
para los matrimonios cristianos. Dice el verso 10, Pero a los
que están unidos en matrimonio mando no yo, sino el Señor, que
la mujer no se separe del marido. Y si se separa, quédese sin casar,
o reconcílese con su marido, y que el marido no abandone a
su mujer. Vimos en el sermón pasado, hermanos,
que este juego de palabras que utiliza el apóstol aquí en el
verso seis, también lo podemos ver en el verso diez, en el verso
doce y en el verso veinticinco, es para dar una enseñanza que
el Señor Jesús no dio en su ministerio terrenal. Como como vemos en
el verso diez, Pablo apela a lo que Jesús enseñó tocante al matrimonio,
pero en el verso doce es algo que el Señor no habló. Sin embargo,
el apóstol da su comentario que al ser inspirado por Dios, tiene
la misma validez. Lo primero que enseña el apóstol
es que no se separen. Aquí, de acuerdo al contexto,
Pablo se está dirigiendo a matrimonios donde ambos son cristianos, ya
que aplica la enseñanza de Jesús que vemos en los evangelios,
y el Señor se dirigía a matrimonios donde ambos eran judíos. Los
hermanos de Corinto probablemente estaban promoviendo el divorcio
al alentar el celibato dentro de éste. Me atrevo a pensar que
hasta apoyaron o apoyaban el separarse para así tener una
vida más santa delante de Dios. O simplemente fueron infectados
por las costumbres de la ciudad y querían dejar a su cónyuge
actual y probar en una nueva relación. El Señor enseñó, hermanos,
en Mateo 19, del 5 al 6, y dijo, Por eso el hombre dejará padre
y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino
una sola carne. Por tanto, lo que Dios juntó,
no lo separe el hombre. En el verso 7, los discípulos
cuestionan al Señor, le dijeron, ¿por qué pues mandó Moisés dar
carta de divorcio y repudiarla? Él les dijo, por la dureza de
vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres,
mas al principio no fue así. En otra parte diría el Señor
que la única razón para permitir el divorcio es por causa de pecado
sexual, ya sea adulterio, incesto, etc. Hermanos, el Señor aborrece el
divorcio porque es contrario al plan que Él tenía para con
la humanidad. Si lo permitió, es sólo una concesión
de gracia a la parte afectada cuando hay pecados como los que
acabo de mencionar. Pero aún sobre de esto, si hay
un genuino arrepentimiento, el Señor anima al perdón y a la
reconciliación. Continúa diciendo el apóstol,
si se separan, quédense sin casar. Si un cristiano se divorcia de
otro cristiano, salvo que la causa sea pecado sexual, ninguna
parte es libre para volverse a casar. Quédense sin casar,
dice el apóstol. Puede que la razón sea porque
me robó dinero. Puede que se divorciaron porque
pasaban mucho tiempo viendo televisión, porque no se bañaba, porque no
me gusta su forma de ser o simplemente porque ya no me gusta. Aunque
se hayan divorciado ante el mundo, ante Dios siguen casados porque
no es un divorcio que se justifique por un pecado de adulterio. Tal
vez haya otras razones que justifiquen el divorcio por involucrar pecados
que atenten contra la integridad de uno de los cónyuges, como
violencia, nexos con el crimen organizado, pero son casos aislados,
hermanos. Pablo dice también, o reconcíliense,
ya que ante Dios esta unión nunca ha sido desecha, pueden volver
a unirse aún cuando se hayan divorciado. Hermanos, esto nos
está llevando a que debemos reflejar el perdón que el Señor ha mostrado
con nosotros. He escuchado de muchos matrimonios
que pasaron por problemas similares de adulterio y no se separaron,
buscaron del Señor. La parte afectada superó su orgullo
y pudieron perdonar. ¿Cómo no podemos perdonar hermanos,
o más bien, cómo no podremos perdonar aquellas cosas que son
pequeñas y relevantes y a veces infantiles? Punto número dos, instrucción
para los matrimonios mixtos. Ahora el apóstol hermano se dirige
a matrimonios donde uno de los dos es creyente. Los hermanos
de Corinto pensaban que la intimidad con un no cristiano podría contaminar
aún más a la persona y le animaban por eso a separarse. Aquí podrían
entrar matrimonios donde los cónyuges se casaron siendo inconversos
y tiempo después alguno conoció del Señor. O también a un matrimonio
donde un cónyuge era cristiano, se casó con un inconverso y después
reconoció su pecado. Ahora, estos textos hermanos
nunca están dando autorización para que un cristiano se case
con un no cristiano. Eso es un pecado, es ir en contra
de la voluntad de Dios. No sirve aquí el yo la voy a
convertir, yo voy a orar al Señor por él y lo voy a ganar para
Cristo. O como dijo una mamá una vez a un pastor, el novio
de mi hija no es cristiano, pero es un muy buen muchacho, a diferencia
de los que están aquí en la iglesia. Le contestó el pastor, ¿desde
cuándo un hijo del diablo es mejor que un hijo de Dios? Creanme hermanos, que terminarán
decepcionados todos aquellos que se unen en yugo desigual. Lo primero que recomienda Pablo
a estos matrimonios mixtos es que no se separen. Vean el verso
12. Y a los demás yo digo, no el
Señor. Si algún hermano tiene mujer
que no sea creyente y ella consciente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que
no sea creyente y él consciente en vivir con ella, no lo abandone. Aquí hay una cláusula, hermanos,
que se debe cumplir cuando se dice que no se separen. Que tanto
aquella esposa que no es cristiana y aquel esposo que no es cristiano
estén de acuerdo en que aquel cónyuge es cristiano, es hijo
de Dios. Y que el Señor ocupa el primer
lugar en su vida y que tiene responsabilidades en la iglesia
como hijo o hija de Dios. Si el cónyuge inconverso está
de acuerdo, adelante, puedes seguir viviendo con él. En el
matrimonio donde ambos son cristianos, hermanos, la única razón permisible
para el divorcio es cuando hay pecado sexual. Pero en estos
matrimonios mixtos podemos agregar una más, cuando el esposo o la
esposa no lo acepten o no estén de acuerdo con vivir con un hijo
de Dios. Esto lo veremos un poquito más
adelante. Aclarando esto, la parte creyente no debe apartarse
de la parte incrédula y no debe solicitar el divorcio a menos
que sea rechazada por aquel inconverso por causa de su religión. Solamente
de esta forma el hermano o la hermana es liberado del vínculo
matrimonial. Decía Juan Calvino, ¿qué conexión
puede mantener una mujer piadosa con un esposo incrédulo después
de haber sido rechazada por el odio a Dios? Hermanos, veamos
un caso práctico de esto. ¿Qué hacemos cuando un hombre
no cristiano prohíbe a su esposa cristiana ir a la iglesia? ¿Ella
debe seguir casada con él? Algunos dirán que sí. Pues no
es una falta grave. No le llega al pecado de adulterio.
Ahora lo pongo de esta manera. ¿Debe permanecer una mujer cristiana
con un hombre que la obliga a matar? Repito. ¿Debe permanecer una
mujer cristiana con un hombre que la obliga a matar? Muchos dirán que no, porque es
una falta grave. ¿Aprobamos el divorcio cuando
la integridad física de esta hermana está en peligro? ¿Por
qué no lo hacemos cuando está en peligro su integridad espiritual? Los cristianos saben que si faltas
a la iglesia, quedas expuesto a los ataques del mundo, de la
carne y de Satanás. Si faltas un domingo a la iglesia,
tu conciencia no te va a dejar tranquilo. Sabes que has fallado
el mandamiento del Señor. Si faltas dos domingos, te seguirá
acusando tu conciencia. Si faltas tres, la carga de conciencia
es menos. El cuarto y el quinto, ya es
demasiado fácil faltar a la iglesia. Algunos dirán, hermano Yair,
no es para tanto. ¿Por qué vemos esto como algo
extremo, hermanos? Porque crecimos viendo que el
obedecer el cuarto mandamiento o el guardar el día del Señor
como algo opcional, algo no tan serio, pero lo es, hermanos,
es algo serio, es algo importante. Tal vez antes de llegar al divorcio
pueda haber una separación donde la iglesia pueda interceder en
oración para que aquel incrédulo se dé cuenta lo valioso que es
tener una esposa cristiana y pueda haber así una reconciliación
donde él acepte que su esposa es una hija de Dios y necesita
la comunión con su iglesia. Ahora, si el hombre o la mujer
incrédula No ponen obstáculo para que aquel cristiano busque
de Dios, que permanezca con aquel cónyuge, que no se separe. Eso
también es una gran bendición. Lo vemos en el verso 14. La familia
es santificada, dice el verso 14, porque el marido incrédulo
es santificado en la mujer y la mujer incrédula en el marido.
Pues de otra manera, vuestros hijos serían inmundos mientras
que ahora son santos. Es cierto hermanos que estar
en yugo desigual llega a ser algo, pues trae consecuencias
como frustración, desánimo, llanto, pero también un cristiano puede
santificar un hogar. Aquí santificar no tiene nada
que ver con salvación, santo significa simplemente apartado.
No porque la esposa incrédula esté casada con un cristiano
quiere decir que ella es salva. No, no nos estamos refiriendo
a esto. A los ojos del Señor, un hogar
es separado o santificado cuando el esposo, la mujer o cualquier
otro miembro de la familia es cristiano. ¿Recuerdan el caso
de José? Cuando llegó a la casa de Potifar.
Dice que el Señor bendijo la casa de Potifar por causa de
José. Este hogar no es completamente
cristiano, pero está en una mejor posición que un hogar donde ni
uno es cristiano. Aunque al menos haya un cristiano,
ese hogar, hermanos, es apartado para el Señor. Un esposo cristiano es un gran
testimonio para su esposa inconversa, lo mismo lo es la esposa con
el esposo. Por eso, si el cónyuge inconverso
decide quedarse, aceptar que su esposa es cristiana, la esposa
no debe buscar separarse, no debe buscar divorciarse, sino
ser buena esposa, cumplir con su rol de ama de casa. Igual
el marido cristiano debe dar testimonio a su esposa inconversa
de fidelidad, responsabilidad, que el temor de Dios está sobre
él. Los hijos concebidos en esta
unión No genera hijos inmundos como cuando ambos padres son
incrédulos. La presencia de un padre cristiano
garantiza la protección de los hijos. Esto no indica que los
niños son salvos, eso ya lo hemos visto, sino que hay una bendición
especial para esos hijos. En la práctica, hermanos, ese
padre cristiano se preocupará por ellos, los estará exponiendo
constantemente a la palabra de Dios, orará por ellos, los educará
de acuerdo al consejo de Dios y los hijos verán su testimonio
contrastado con la obra del padre inconverso. ¿Qué hacer en caso de separación?
Dice el verso 15. Pero si el incrédulo se separa,
sepárese, pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre,
en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios. Si el cónyuge
incrédulo comienza el proceso de divorcio porque no está de
acuerdo en vivir con un cristiano, el cónyuge cristiano no debe
impedirlo. No estoy hablando deliberadamente
o como si estuviera promoviendo esto, hermanos. Se deben agotar
todos los recursos antes de llegar a esto. Pero si se da el caso
de muerte, de pecado sexual o abandono de parte del cónyuge inconverso,
se rompe este lazo de unión entre un hombre y una mujer. Entonces
se es libre para volverse a casar. Dios permite el divorcio con
un no creyente porque a paz nos ha llamado el Señor. De esa manera
se preserva la paz del Hijo de Dios. Porque si se ha llegado
hasta esto, estoy seguro que antes hubo peleas, conflictos,
insultos, críticas, malentendidos, celos. Todo esto trastorna la
paz que Dios quiere que tengan sus hijos. Comenta Calvino también
respecto a esto. La parte incrédula no se ha divorciado
del cónyuge, sino de Dios. O sea, no te ha rechazado a ti,
ha rechazado a Dios. Dice el verso 16. Porque, ¿qué
sabes tú, oh mujer, si quizás harás salvo a tu marido? ¿O qué
sabes tú, oh marido, si quizás harás salvo a tu mujer? Y aquí
hay que ver nuestro texto de manera positiva y también de
manera negativa, hermanos. Sí, por un lado, nos está diciendo
que no debemos andar buscando el divorcio entre matrimonios
mixtos, solo por la razón de que uno no es cristiano. Pablo
ha dejado claro que si esté consciente en vivir con un hijo de Dios,
que no se separen. Tú no sabes si quizá, si quizás
Dios te puede usar para salvar a tu marido o a tu esposa que
no es cristiano. Mejor persiste. lucha por tu
matrimonio, ora por tu esposo, no pierdas el tiempo y háblale
constantemente de Cristo, dale testimonio de lo que es ser un
hijo de Dios, de lo que es ser santo. Pero por otro lado, hermanos,
tú en verdad no sabes si tu esposo será salvo o si tu esposa será
salva. Tú no sabes esto. ¿Para qué te
vas a aferrar a algo de lo cual no tienes seguridad? A pesar de que te esfuerces porque
tu cónyuge sea salvo, las probabilidades de que seas salvo son mínimas.
Y si el cónyuge permanece, pero con peleas, con insultos, te
deja ir a la iglesia, pero con pleitos, cuando hay que presentar
o bautizar a los hijos, hay conflictos nuevamente, Las probabilidades
de que ese esposo o esa esposa sean salvos, pues se reduce todavía
aún más. No estoy diciendo, hermanos,
que Dios no pueda hacer un milagro. Claro que lo puede hacer. Por
eso oramos, por aquellos esposos y esposas que no son cristianos.
Pero veamos también las probabilidades. El hecho de que hayas resuelto
permanecer con tu cónyuge inconverso sólo por querer ganarlo para
Cristo, no es razón suficiente para mantener un matrimonio.
En especial si el inconverso quiere separarse y se muestra
hostil en cuanto a las cosas espirituales, sólo tendrás una
vida de intranquilidad. Para terminar, hermanos, hemos
visto ¿Cómo nuestro Dios quiere ser glorificado por medio de
nuestro matrimonio? Y nos ha dado mandamientos para
que obedezcamos. El matrimonio es algo serio,
no es un juego, y al igual que nuestro Dios debemos rechazar
el divorcio. Los casados debemos esforzarnos
cada día por ser mejores esposos, las esposas de igual forma. Esto
es algo difícil ya que muchos no han tenido un ejemplo vívido
de cómo amar a sus esposas o de cómo amar a sus esposos. Pero
tenemos algo mejor, Efesios 5.25, esposos amen a sus esposas así
como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. ¿Qué mejor
ejemplo que el de Cristo? Entregó su vida por su novia,
que es la iglesia, en esa cruz, recibiendo lo que a ella le tocaba
sufrir. Alguien dirá, es que no conoces
a mi esposa, pastor. Es esto, esto y aquello. La iglesia
era igual y Cristo la amó y dio su vida por ella. Así es la entrega,
hermanos, en el matrimonio. No permitamos que el divorcio,
algo que aborrece al Señor, se infiltre en la iglesia. No debemos
acostumbrarnos a esto, aunque en nuestros días es algo común
que hasta pastores lo están practicando. El Señor ha hablado claro. ¿Eres
viudo o divorciado? Honra a Dios. Honra a Dios ahora
que estás solo. Si tu deseo es casarte nuevamente,
hazlo, siempre y cuando sea en el Señor. Esposos cristianos,
no se separen. Nos den lugar al enemigo, ya
que él quiere destruir los matrimonios. Busquen la reconciliación. Y
si se han separado por razones que no impliquen inmoralidad
sexual, busquen estar juntos nuevamente. Y aun si hubiera
causa de inmoralidad, el Señor nos recomienda perdonar. Matrimonios
mixtos, si él o ella ha dado consentimiento de que sigas sirviendo
al Señor, no te separes y esfuérzate cada día para que tu pareja sea
salva. Pero si hay impedimento, no estás
sujeto a servidumbre. Pero que en todo, hermanos, el
nombre del Señor sea glorificado. Que así sea, hermanos, vamos
a hablar. Padre nuestro que estás en el cielo le damos gracias
padre por estas predicaciones que tú nos has dado tocante al
matrimonio señor gracias padre porque en verdad no sabemos muchas
cosas padre que esta enseñanza señor sirva para aquellos solteros
para aquellos que están casados señor para aquellos que son viudos
para aquellos que se han divorciado padre tú tienes enseñanza para
todos nosotros gracias señor por esta mensaje te agradecemos
todo dios eterno en el nombre de cristo jesús nuestro salvador
amén
Glorifica a Dios en tu matrimonio II
Series 1 Corintios
Debido a que el matrimonio es una institución sagrada, instituida por el Señor; debemos huir de toda inmoralidad sexual y glorificarle por medio de una vida de entrega a nuestro cónyuge
| Sermon ID | 1020221852374739 |
| Duration | 28:37 |
| Date | |
| Category | Sunday Service |
| Bible Text | 1 Corinthians 7:10-16 |
| Language | Spanish |
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