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Nos encontramos en Mateo capítulo 5, versículo 43 hasta el 48. Leo la palabra del Señor. Habéis oído que se dijo, amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo, amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos. Porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, que recompensa tenéis, no hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? Por tanto, sed vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto. Amén. El título de nuestro mensaje es Amando a nuestros enemigos como Dios nos amó. Amando a nuestros enemigos como Dios nos amó. Y la idea exegética que encontramos, o la idea que el evangelista quiere transmitirnos, y que vamos a estar ampliando en este mensaje, es que Jesús nos manda a cambiar la actitud de odio de venganza hacia nuestros enemigos para ser como Dios amando amándolos y vamos a ver este esta idea este mandato del Señor a nosotros en tres puntos en primer lugar el mandato amar y odiar versículo 43 en segundo lugar el mandato de amar aquí no nos hacen mal y en tercer lugar el fin último es ser hijos semejantes a nuestro padre celestial hemos visto que Jesús corrigió el corazón de venganza que tenía el pueblo de Israel. Eso lo vimos en el mensaje anterior. Nos vengáis, decía nuestro Señor. Y les enseñaba sobre el verdadero espíritu de compasión y misericordia que debemos desarrollar y el que tenemos que crecer. Hoy vamos a ver como continuación de ese llamado a no vengarnos, una continuación a esa idea que se amplía en cuanto a amar a mi prójimo y odiar al enemigo. Hoy veremos que nuestra actitud de odio en el corazón debe de ser cambiada hacia aquellos que nos hacen mal o se convierten en nuestros enemigos. Y quiero, amado hermano, ilustrar este mensaje con lo que el Señor enseña en Lucas capítulo 10. Quiero explicar brevemente cómo Lucas capítulo 10 nos habla de un hombre que era un samaritano y de un hombre que era un judío. El judío iba por el camino, según Lucas capítulo 10, versículo 25 al 37, y en el camino les robaron. Le golpearon y le dieron tantos golpes que lo dejaron ahí tirado como si estuviera muerto. Pasaron varias personas, un sacerdote, un levita, todos judíos. Nadie ayudó al hombre que estaba tirado y golpeado. Cuando luego pasó un samaritano, que es supuestamente un enemigo de los judíos, ese enemigo recogió al judío, lo curó, lo limpió, se lo llevó a una posada, Y allí le dijo al posadero, cuídalo, que cuando yo regrese, si algo ha pagado, algo ha usado de más que el dinero que yo te dejo, yo te lo pagaré. Y Jesús le respondió al fariseo, que le preguntaba quién era mi prójimo. Él le dijo, míralo ahí, tu prójimo. Tu prójimo es el que le hizo bien al que estaba tirado en el piso. Amado hermano, con este ejemplo que el Señor nos da en Lucas, nos muestra claramente el mandato a amar. Los samaritanos y los judíos no se llevaban bien, eran prácticamente enemigos. Así se trataba. Pero un samaritano salvó a un judío. Le amó. Un enemigo. que no era del pueblo de Dios, amó a una persona que era su enemigo. Este es el mensaje que Jesucristo nos quiere transmitir aquí, que tenemos que amar a nuestros enemigos y no odiarlos. Vamos a ver el punto número uno, el mandato a amar y a odiar. Versículo 43, voy a leer. Habéis oído que se dijo, amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. El Señor Jesucristo una vez más señala la mala interpretación de la ley que la gente del pueblo practicaba. La ley de Dios en ningún momento dice, odia a tu enemigo. Eso fue algo añadido por la gente. Eso lo encontramos en Levítico 19. El Señor está trayendo una porción de las Escrituras. Levítico 19, versículo 18. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor. Recordemos que el Señor Jesucristo está usando leyes civiles, leyes civiles. ¿Para qué? Leyes civiles que gobernaban al pueblo, que muchas de ellas la gente las malinterpretaba y las mal usaba. aquí encontramos una ley que ciertamente está muy relacionada a la ley moral de Dios de amar a mi prójimo muy bien amar a mi prójimo pero los judíos habían añadido a esta ley el odiar al enemigo como si solamente Dios se refiriera al pueblo de Israel tú tienes que amar a todos los a todos los del pueblo de Israel pero los que no son del pueblo de Israel tú lo puedes odiar como samaritanos como gentiles como griegos romanos toda esa gente tú la puedes odiar ellos malinterpretaron hermanos las escrituras le añadieron Porque como puede observar, en Levítico 19, 18, no habla, no manda a odiar a nadie. Pero ellos asumieron que si amaban a su pueblo y las otras naciones peleaban contra nosotros, podemos odiarlos. Y este es un pensamiento, hermanos, que estaba muy arraigado, muy metido en el cuerpo, en la mente y el corazón de los israelitas. Estaba muy metido en su mente. Recordemos a Jonás. Cómo Jonás, que había visto que Nínive, o los asirios, habían hecho mucho mal a Israel, cuando Dios le envía a predicarle para que se arrepientan, Jonás no quiere ir a Nínive. Y usted lee en el capítulo 4, en el capítulo 3, que el deseo de Jonás era que Dios destruyera Níniver. Él odiaba a los ninivitas, a los asirios, los odiaba. Israel pensaba que esto era algo normal, procurar el mal de los enemigos, del pueblo santo de Dios. Hermanos, ¿cómo podemos llegar a una autocomplacencia, a un amor propio tan grande, egoísta, que terminamos odiando a las demás naciones. Por eso usted va a encontrar que el imperio romano señalaba a los judíos como una raza que odiaba a la humanidad. El imperio romano, los romanos decían, los acusaban de que ellos odiaban a la humanidad. Si tú eres judío, los judíos odiaban a todo aquel que no era judío. Y eso es triste, hermano, pero es la realidad. Como esta falsa enseñanza se había metido en Israel, Jesús lo señala como una actitud y un acto que va en contra de la palabra y del amor de Dios. Dios no había dicho odia a tu enemigo. Eso se lo añadieron ustedes por su vuestro pecado y vuestra maldad. El Señor Jesucristo está señalando la actitud del pueblo. una actitud y un acto pecaminoso. Ellos no miraban a Dios y su palabra para amar al prójimo, sino que ellos simplemente amaban a la gente de su nación o al que le hiciera bien, ese es mi prójimo. Y por eso el ejemplo de Lucas 10, cuando hablamos del buen samaritano. Los samaritanos no son judíos, se llevan mal con los judíos. en aquellos tiempos bíblicos. Prácticamente cuando un judío iba caminando y se encontraba con un pueblo samaritano, él le daba la vuelta. Prefería tomar un camino más lejano que entrar por ese pueblo de samaritano. Cuando la mujer samaritana habló con Jesús y Jesús le pidió un poco de agua, ella se lo dijo ahí mismo, ¿cómo es eso que un judío Le pide agua a una samaritana. Los judíos samaritanos nos llevamos. Somos enemigos. Jesús en Lucas capítulo 10 usó a un samaritano para hacerle, mostrarle ejemplo de lo que es el amor al prójimo. Amados hermanos, por esto vemos que Jesús no vino a abrogar la ley de Dios. él no vino a quitar la ley de Dios sino a corregir nuestras perversas insinuaciones e enseñanzas populares que usted lo escucha dentro del pueblo de Dios aún dentro de la iglesia evangélica usted escucha muchas enseñanzas falsas que no están en la palabra de Dios pero la gente la promueve porque lo dijo un maestro un conferencista porque lo dijo alguien que en ese momento era importante. Amados hermanos, sea Dios el que diga la verdad, el verdadero, y todo hombre sea mentiroso. Dios es el que dice la verdad. La palabra aquí no nos manda a odiar, nos manda a amar. ¿Qué aprendemos desde el primer punto? ¿Qué aprendemos? ¿Qué significa para nosotros? El mandato de Dios es que el hombre ame al hombre sin importar color, credo, es decir, fe, partido político, posición económica, título, nada. No tiene nada que ver el amor de Dios y el amor que debemos tener los unos por los otros. Nuestro prójimo Tenemos que amarlo, aunque no tenga las mismas condiciones nuestras, aunque no sepan leer o si saben mucho, aunque sea blanco o negro, aunque no se monte en el carro que yo me monto, aunque no sea cristiano como yo. Yo tengo que amarlo. Aunque no sea como yo, con mi fe. Tengo que amarlo. Amados hermanos, nuestro prójimo al que debemos de amar es todo ser humano creado en imagen de Dios. Todo ser humano es mi prójimo. Vamos a ver nuestro segundo punto. El mandato de amar a quienes nos hacen mal. El versículo 44 nos dice pero yo os digo amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen entre ustedes dicen parafraseando lo que están diciendo Jesús entre ustedes dicen amad a vuestros enemigos pero yo os digo pero yo os digo amad a vuestros enemigos amad orad por los que os persiguen una vez más Jesús recupera restaura la enseñanza de la ley de Dios de amar al prójimo y como el prójimo que en este caso el prójico el prójimo que más ha sufrido por la falsa enseñanza son los enemigos entonces Jesús resalta además de amar a tu mamá a tu papá a tus primos a tus amigos que te hacen bien además de amar a tus hermanos de la iglesia también tienes que amar a tus enemigos Jesús resalta que debemos de amar a nuestros enemigos hermanos y porque lo resalta porque no hay que decir que tú tienes que amar a tu mamá ya eso es Obvio, claro. No hay que decir que tú tienes que amar a tus hijos. No hay que explicarlo. Eso ya está claro. Ahora, ¿qué hay que aclarar? Que tú no puedes odiar a tu enemigo. Tienes que amarlo. Eso hay que aclararlo. Y eso es lo que él está aclarando aquí. Él se enfoca en que tenemos que amar al enemigo. Versículo 44, la primera parte. pero yo os digo amad a vuestros enemigos el amor que nos manda es el amor moral los cuales son expresados en deseo de bondad y compasión aquí se usa el amor moral el amor ágape no es un amor de complacencia donde yo amo al que me ama Si me dan, le doy. Es decir, es para tu complacencia. Es porque tú eres bien afectado. Es porque te hacen sentir bien, tú los haces bien. Ese no es el tipo de amor del que habla aquí Jesús. No es un pago lo que tú vas a dar aquí por el bien que te hace. Aquí se está hablando de un amor que debe desnacer de nuestro corazón bondadoso y compasivo. El que ama como Cristo a quien le manda, no se vengará, soportará, tendrá paciencia, estará dispuesto a ayudar a su enemigo al que se le opone. Y la palabra enemigo aquí es alguien que se te opone, alguien que te hace la contraria. Tú dices blanco, él dice no, negro. ¿Por qué? Porque tienes razón, no, porque te quiere llevar a la contraria. Ese es el enemigo que está mostrando aquí. La persona que tú no le caes bien. La persona que te hace sentir mal por gusto. Él te quiere ver molesto y él busca cómo molestarte. Esa es una manera de actuar como enemigo. ¿Qué dice Jesús? Ámale. Él te está haciendo mal. Tu amor no va a ser por complacencia, no va a ser porque tú vas a responder porque Él te da amor, tú vas a responder con amor. Este amor del que Jesús te está hablando aquí, amado hermano, no es así. Este amor es diferente. Este amor tiene que nacer del amor de Dios. Del amor que tú has recibido, de la compasión que tú has recibido, de la bondad que tú has recibido, tienes que darle a tu enemigo. al que es contrario a ti. Amado hermano, se añade aquí en el versículo 44 que ese amor debe demostrarse en la oración. Dice, amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Observen que también el Señor nos enseña que nuestro amor que nace de un corazón compasivo hacia nuestro enemigo, se revelará también en nuestras oraciones. Cristo nos manda a orar por los que nos persiguen. Y la palabra perseguir es acosar, hacernos daño, maltrato. Los que están detrás de nosotros a ver si fallamos para poder acosarnos. nos acosan nos persiguen que dice Jesús cuando alguien es tu enemigo amale cuando alguien te acosa ora por él cuál debe ser la respuesta nuestra odiar al enemigo odiar al que me acosa Jesús dice no muéstrale misericordia y compasión amale ora Ora por esa persona. Ora para que Dios cambie su corazón. Ora para que esa situación que ustedes tienen sea transformada, cambiada por Dios. Pero Jesús sigue añadiendo. Versículo 44 también dice, bendecid. La palabra orar, en otra versión, También añade la palabra bendecir. En la Biblia de las Américas no lo hace. Pero la Reina Valera sí. Bendecir. Que vuestras palabras en voz alta y en tus oraciones privadas sean para el bien del otro. Y eso es lo que hacemos cuando bendecimos. Cuando tú bendices a un hijo tuyo, tú no le bendices para que le vaya mal, sino para que le vaya bien, ¿verdad? que Dios te bendiga, Dios te prospere, que te vaya bien, que el Señor sea contigo. Hermanos, en nuestras oraciones privadas, en la oración, como nuestras palabras públicas, tenemos que estar bendiciendo a nuestros enemigos, a los que nos acusan. Esto es lo que el Señor nos explica. Pero también nos añade, en este mismo versículo, hacer bien. Hacer bien. Beneficiar a los que nos acusan con rencor y odio, haciéndoles bien. En la Biblia, la reina Valera nos señala, en el griego, que tenemos que amar, orar, bendecir y hacer bien. Hacerle bien al enemigo. El Señor nos enseña que no existe diferencia entre los que nos aman y nos odian. A todos debemos de amarlos, a todos debemos bendecir, por todos debemos de orar y a todos debemos de hacerles bien. Hermanos, ¿qué diferencia a lo que nos enseñan a nosotros, eh? ¿Qué diferencia lo que nosotros hemos aprendido de nuestros padres? ¿Qué diferencia lo que tenemos que aplicar en nuestros matrimonios, en nuestras familias? Tenemos a veces esposos difíciles, esposas difíciles. familiares, los hermanos de mi esposo, los hermanos de mi esposa, son difíciles. ¿A qué nos llama el Señor Jesucristo? A amarlos, a orar por ellos, a bendecirlos y hacerles bien. Cuatro cosas bien claras de lo que significa amar a alguien. No solamente esperando su cumpleaños. No solamente esperando que cumpla, que haya una actividad especial. Tenés que estar orando por ellos. Tenés que bendecirlo. Y hacerlo de corazón. El versículo 45, perdón, el versículo 46 y 47 nos dicen, porque si amáis a los que os aman, qué recompensa tenéis. ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? Miren el contraste en el versículo 46 y 47. Si solo amamos a los que nos aman, hermanos, no tenemos mérito. igual a todos los demás no estamos cumpliendo la ley ese es el punto si yo solamente amo a mis hijos y no amo a mi enemigo no estoy cumpliendo la ley estoy pecando contra dios porque el mandato es amar a mi prójimo y tu enemigo es tu prójimo el que habla mal de ti es tu prójimo el que te acosa es tu prójimo el que te maldice es tu prójimo la familia de tu esposo que son no son fáciles y que te atacan son tu prójimo tu mujer difícil es tu prójimo entonces amados hermanos Jesucristo nos muestra que también los inconversos los que viven en su día de pecado aman a su prójimo aman a su familia aman a sus amigos ellos también odian a sus enemigos y si tú que eres un hijo de dios una hija de dios odias a tus enemigos eres igual y practicas la misma maldad que los impios. No sé si pueden ver el mandato y lo que implica para nuestras vidas. La vida cristiana no es sencilla, ni va a ser fácil para los que toman esto con mucha seriedad, para los que quieren realmente agradar a Dios sinceramente. Aquí se nos está poniendo el sentido correcto de la ley de Dios. los publicanos que eran personas que extorsionaban al pueblo de Dios y eran odiados Jesús dice ellos no aman a sus familias si ellos aman a sus familias y si vosotros hacéis como ellos Y ustedes solamente aman a sus familias y odian a los demás que no tienen méritos, que les hacen mal. Ustedes son igual a los publicanos. Ustedes son igual de impío. No hay diferencia. Versículo 47. Y si vosotros solo abrazáis Si solamente saludas, si solamente le das un beso a los que tú amas, ¿no hacen así también los gentiles? Ellos hacen lo mismo. Ellos le dan un beso, le dan un saludo, y el punto aquí es el saludo. Así como aquí a veces usted ve que hay personas que se saludan con un beso, allá también, allá se saludaban con dos y tres besos. Hasta uno en la boca se daban. cuando había una relación bien profunda. Hermanos, esos impíos lo hacen así porque se aman, pero odian a sus enemigos. Ahora nosotros, si solamente saludamos a los que amamos y nos mantenemos bien lejitos de los que odiamos, somos iguales que esos impíos. No estamos cumpliendo la ley de Dios. No estamos cumpliendo el amor de Dios. Esto enseña la ley. Amar a tu prójimo. Orar por tu prójimo. Bendecir a tu prójimo. Hacerle bien a tu prójimo. En esto llenamos las medidas de la ley. En esto obedecemos al Señor. Hermanos, ¿qué aprendemos de este segundo punto? ¿Qué implicaciones tiene para nosotros? Amados, con el amor debemos de vencer, tenemos que vencer. ¿Tienes algún enemigo? No lo vences odiando, te haces igual que él. ¿Tienes alguna persona que está enemistada contigo? No le ganas haciéndole mal, pecas. ¿Cómo se vence? Amándole, amándole. haciéndole bien. Con oración debes de responder al maltrato, clamando al Señor, pidiendo a Dios que te defienda, pero pidiendo a Dios que también le haga bien a esta persona y cambie su corazón, que transforme su corazón. Bendice al que te maldice. Haz el bien a los que te hacen mal y te odian. Hermanos, cuando todos hagamos esto, podremos decir que hemos crecido en la fe. Y esto yo no lo digo para ustedes, esto me lo estoy aprendiendo yo también. Esto lo tengo yo a aplicar también. Yo no lo estoy enseñando porque ya yo sea perfecto. Todos aquí tenemos que amar. perdonar, hacer bien, orar, bendecir, amar. Veamos en último lugar nuestro tercer punto. El fin último es ser hijos de nuestro Padre Celestial. Dice el versículo 45, pero yo os digo amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen para que seáis hijos de vuestro padre que está en los cielos porque él hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos injustos e injustos amados hermanos podéis ser hijos de vuestro padre que esté en el cielo este es el carácter o la clase de excelencia que debía de distinguir a los hijos de Dios el orar por los que los acosan el amar a los enemigos el bendecir a los que os maldicen el hacer bien al que te hace mal Este es el carácter que nosotros debemos tener para poder reflejar la gloria del Padre, para poder ser delante de los hombres el testimonio de que somos hijos de Dios. Observe esto. Mirad a Dios y nos pone el ejemplo de Dios. Él hace salir su sol. ¿Sobre quién es? sobre los buenos solamente no sobre los malos y sobre los buenos Dios hace que llueva sobre los justos no sobre los justos y sobre los injustos aunque algunos siguen siendo malos a pesar de todo lo que reciben de Dios, Dios sigue siendo bueno. Dios no cambia, Dios sigue bendiciéndoles, aunque no le adoren, aunque ahorita están haciendo el mal, Dios les sigue haciendo bien. ¿Por qué? Porque Dios es bueno, porque Dios es misericordioso, porque Dios es bondadoso y Dios no cambia. Porque Dios es justo, por eso, amados hermanos, tenemos que ser como nuestro Señor. Tenemos que amar, tenemos que bendecir, tenemos que orar, tenemos que hacer bien, ¿a quiénes? A nuestros enemigos. Yo sé que es a nuestro prójimo, eso es cierto, pero oiga bien, especialmente con nuestros enemigos, no queremos hacer eso. Por eso Jesús resalta, lo pone ahí en negrita y en grande. Nosotros decimos, sí, hay que amar a mi madre, tengo que amarla, porque la madre le ha dado todo. Claro. Te es fácil amar a tu madre porque te la ha dado todo. Ahora, ¿ama a tu enemigo así como a tu madre? Eso es lo que te exige la ley. Ama a tu enemigo como amas a tu madre o como amas a un hermano o a un amigo de siempre. Hermanos, si cumpliéramos así esta ley, ¿qué diferencia sería? Nuestras vidas, ¿qué diferente? Sería nuestro corazón. En resumen, Cristo nos asegura que esto será una señal de nuestra adopción y madurez o semejanza a Dios. Una señal de que tú eres cristiano, un hijo de Dios, un hijo del reino, es que tú amas a tus enemigos. Esa es una señal. Una señal de madurez es que tú oras por lo que te persiguen. una señal de que tú eres un hombre, una mujer realmente cristiano, piadosa, piadoso, es que tú le haces bien al que te hace mal. ¿Ven el verdadero cumplimiento de la ley del amor? Prójimo no son nuestros amigos y familiares, son todos los hombres, amigos y enemigos, todos. Si somos bondadosos con los ingratos y malvados, nos parecemos más a Dios. Si somos amables con los ingratos y malos, nos parecemos más a Dios. Su sol sale sobre todos. Así tenemos hermanos que amar a todos, porque actuamos con el carácter que el Espíritu Santo ha obrado a través de la salvación, porque obramos con el fruto del Espíritu. ¿Hacia quiénes? Algunos dirán hacia mis hermanos en la fe. Sí, pero también hacia aquellos que no son tus hermanos en la fe. Por eso que el apóstol Pablo habla de defender la fe con un espíritu amable y gentil. Con mansedum vere. Aún con aquellos que yo tengo que decirles, mira, lo que tú estás enseñando es una falsa enseñanza, es una herejía. Yo tengo que hablarles esa verdad con amor. Hermanos, y muchas veces desde aquí tenemos que refutar el error. Pero no por eso tenemos que hacernos enemigos de estas personas. Y si tenemos que comer y sentarnos juntos para comer una sopa o un, ¿cómo se llama? ¿El caldero lanchano? Un tapado lanchano. Hermanos, mire, tenemos que sentarnos y darle gracias a Dios y todos juntos comernos el tapadito. Pero habemos algunos nosotros que nos creemos tan santos, que no nos podemos sentar al lado del que nos ha hecho algún daño. No nos podemos sentar al lado. Y si no nos podemos sentar al lado ni para tomarnos un fresco, ¿vamos a ir a su casa a predicarle? ¿Vamos a ir a su casa a llevarle las buenas noticias? ¿Usted ve por qué algunos de nosotros no estamos predicando, hermano? ¿Por qué algunos de nosotros no estamos haciendo lo que debemos de hacer como creyentes? Porque hay problema en el corazón. Hay problema en el corazón. Versículo 48. Por tanto, sed vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial. El versículo 47 dice, si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? También los impíos lo hacen. Por tanto, saludar también a los que no les saludan. Amad a los que nos aman. Sed vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial. Es perfecto. Hermanos, Dios no deja de ser perfecto. Aunque el impío, el ateo más grande del mundo los niegue y blasfeme su nombre mil veces, Él no deja de amarlo. Dios los sigue amando. y Dios sigue haciéndole bien ese ateo come todos los días ese hombre que mató a su mujer esa mujer que mató a su esposo que descuidaron a sus hijos Dios los sigue amando y nosotros amados hermanos la palabra allí es Se refiere a alguien que ha alcanzado la altura de virtud e integridad que Dios pide, perfectos. No está hablando sin pecado. Está hablando de alguien que ha alcanzado, ha crecido, crecido, crecido, hasta llegar a la altura de lo que Dios pide. Ese es el perfecto, el maduro. ¿Por qué? Porque él no se lleva no se deja convencer de sus emociones, de que si Dante te dijo tal cosa, entonces tú le vas a decir esto y esto y esto para que te respete. No, yo tengo que responder como Dios me mandó. Hermano, y no es fácil. Estamos en esta carne luchando contra nuestro pecado remanente, pero aquí se nos dice, sed como vuestro padre. tenemos una oportunidad la ley los diez mandamientos la ley moral de dios la ley de dios hermano nos da la oportunidad de crecer a la estatura de cristo de llegar al llamado que dios nos hace en su palabra y eso es hermoso para eso es la ley de dios todo aquel que dice que es todo aquel que es ante la ley de dios se priva de ser como dios se castra de ser como Dios si la medida o la altura de los hijos del reino debe de ser como Dios manda en su palabra entonces en eso debemos de esforzarnos si la medida es el perdón de Dios debemos de perdonar si el Señor bendice al malo e injusto tú y yo tenemos que bendecirlo si Dios hace el bien bien al malo tenemos que hacerle bien Y quiero poner una nota en este sentido, hermano. Eso no significa que nosotros vamos a apoyar lo malo. No significa que si el esposo dice una mentira, la esposa le va a decir, sí, todo lo que diga mi esposo es verdad. No, no es eso. Porque el amor se revela en la obediencia a la palabra de Dios. Si alguien desobedece, la palabra no está amando. Yo no puedo unirme a esa desobediencia. Si alguien le dice a otro, no le paguen, no les de tal cosa. Yo no puedo seguir el juego de esa persona. Yo no puedo imitar al otro en su maldad, porque él está pecando y yo me uno a su pecado. Queridos hermanos, Tenemos que entender que estamos llamados a ser imitadores de Dios, no de los hombres en sus pecados y no del diablo. Yo debo de amar, pero eso no significa que yo voy a quedarme calladito cuando veo a la gente haciendo algo mal hecho. Tengo que amonestarlo con el amor y respeto que merecen, pero tengo que hacerlo. Y si no entienden, entonces yo voy a retirarme de ese negocio o de esa relación con esa persona porque ya yo la amonesté y yo quiero su bien. Pero hay un proceso bíblico en Mateo 18 que yo debo de agotar, amonestar, traer un testigo, llevarlo a la iglesia. Es un proceso bíblico que es una revelación del amor de Dios. Amados hermanos, Dios se revela en la ley, en su ley. Ser perfectos es ser obedientes a su palabra, amando, orando, haciendo bien y bendiciendo, como dijo el Señor Jesucristo, versículo 44 al 45. ¿Qué aprendemos, hermanos, en este último punto? Aprendemos que el testimonio de ser hijos de Dios o semejantes a Él en su carácter moral y de llegar a la perfección moral, a la estatura de Cristo, se revela claramente cuando amamos a los demás, cuando amamos a nuestros enemigos. Vemos un carácter más excelente en una persona que otra cuando uno puede perdonar cuando uno puede seguir con esa persona en su relación de amistad, a pesar de las dificultades y problemas que han tenido. Tiene un carácter más excelente que otros que también se llaman cristianos, pero no puede estar en la misma habitación en que se encuentra la persona que le hizo daño. No lo puede perdonar. Su carácter no es como el de Dios. Hermanos, esto es importante verlo, porque ser cristiano es más que simplemente venir a la iglesia. Ser cristiano tiene implicaciones. Guardar la palabra de Dios tiene un significado importante. Dios no ama solamente a los que le aman. Aquí se nos manda a amar a los que no nos aman. Dios ama a los que no le aman. Y su sol sale sobre todos. Amados, Dios nos conceda poder mirar este hermoso ejemplo. Hay un carácter moral que como hijo de Dios debemos de madurar y crecer. ¿Y sabe lo que te va a costar? Te va a costar. Porque miren, no es fácil amar y perdonar, hacerle bien a gente que te ofende o maltrata. Pero es ahí el carácter de Dios para ti. Y es ese tipo de vida lo que va a afectar la vida de otros y le va a decir a otros que tú sí eres cristiano. Fulana sí es cristiana. ¿Por qué? Porque mira cómo ella se comporta. No es tanto por lo que tú dices y por lo que tú le voces y le gritas o porque tú te mantienes Estos son leprosos, estos son pecadores. No, así no. Ahí no se revela el amor de Dios. Concluyamos hermanos con algunas aplicaciones. Amados, Dios nos enseña en primer lugar que el amarnos no debe tener la limitante de nuestra incredulidad. de los malos actos de los hombres, del color. El amarnos es para aplicarlo a todo ser humano. Este es su mandato. Ahí se resume su mandato. Amar al prójimo es amarnos a todos y no tener enemigos. Que los otros sean conmigo enemigos, eso es una cosa fruto de su desobediencia a Dios y su palabra. pero que yo me muestre como un enemigo hacia otros. Eso no habla del amor de Dios en mi corazón. Ni es un buen testimonio para los impíos. Pero en segundo lugar, aprendemos también que el amor, con el amor debéis vencer a vuestros enemigos. Con el amor debéis de orar respondiendo al maltrato de ellos con que te ofenden. Con bendición debes de pagar a quienes te maldicen públicamente o privadamente a tus espaldas. Haz el bien a los que os hacen mal y odian tanto que no os puedan ver o estar cerca de vosotros. Hagan el bien. Esta es la medida de la madurez cristiana o de ser como Dios. Es la medida de Cristo para nosotros, sus hijos. Hay personas que no nos, hermano, hay personas que no nos pasan, no nos pueden ni ver. Ámale. Ora por esa persona. Está mal. Está esclavizado a su pecado del odio. Está esclavizado a una raíz de amargura. Es una persona digna de lástima. Hermanos, cuando amamos y saludamos y bendecimos y oramos por los que nos destruyen a nuestras espaldas o de frente, hermanos, estamos mostrando que somos hijos de Dios. Eso es lo que Jesús está diciendo aquí. Y esa es la medida. No te puedes quedar debajo de eso. No, pastor, mire, yo quiero mucho a Aniel y también quiero mucho a Isaac, pero a Ledin y a Dante no los paso. Tu amor no es lo que Cristo nos enseña. Tu amor no es lo que Dios espera de tu amor. Y posiblemente tendríamos que cambiar el nombre a tu amor. No es amor realmente. Es simplemente egoísmo. Como tú eres bien amiguito de ellos dos y le va bien a ustedes, tienen una buena relación, tú le demuestras amor porque te dan amor. Pero aquí se nos pone el tamaño un poquito más para arriba. La vara nos la pone un poquito más para arriba. Crece. Crece. Tienes que amar al que no te hace bien. Tienes que perdonarlo. Tienes que amonestarlo como tu hermano. Tienes que restaurarlo. Hermanos, miren la medida. Es más arriba. No se quede con el amorcito chiquitito y egoísta que tenemos. No nos quedemos con eso. Yo amo a María Isabel. Doy mi vida por ella. Claro, porque tu esposa, Dante. Si no la amara, estaría rara la cosa. Habría problemas. pero yo odio a Aniel porque me hizo una maldad pues ese amor tuyo está mal eso no es amor realmente amados hermanos la medida que Dios pone es la medida correcta la medida de Dios es la correcta lo otro no es amor es puro egoísmo en tercer lugar el fin no es en tercer lugar el fin no es ser como Satanás que destruimos a los demás y que mantenemos nuestra distancia para que sepan que estamos disgustados con ellos. No, el fin es ser como Dios, que le imitemos de corazón, que dejemos nuestra hipocresía de sonreír de los dientes para afuera y comenzar a hablar de nuestros problemas para resolverlos perdonándonos. El fin es ser como Dios, dejar de ocultar nuestro egoísmo, nuestro odio, para mostrar nuestra debilidad, la necesidad que tenemos del perdón, de la restauración. Hermanos, no nos ocultemos detrás de nuestros ministerios. No nos ocultemos detrás de nuestros títulos, posición social, hasta de la edad. Usamos todo para escondernos detrás de eso. No. seamos como dios amemos la iglesia no se puede convertir en una ciudad amurallada donde sólo amamos a los que están aquí dentro sólo son mis hermanos los que están dentro de mi iglesia sólo son mis amigos los que están de acuerdo conmigo hermanos es egoísmo y eso es odio como dijo alguien No todo el mundo entra a mi casa. Es decir, que hay gente que se queda afuera porque no me cae bien, porque no hace lo que yo digo, porque no me agrada. ¿No debería ser nuestra casa como la casa de Dios abierta para que todos los pecadores entraran y fueran restaurados como Dios? Amados, no permitamos que el mundo penetre a la iglesia De este lado están los ultrapiadosos. Más atrás están los menos piadosos. De este lado están los misericordiosos. De este lado están los políticos. Allí están los doctores. Una iglesia dividida. Una iglesia dividida por nuestra incredulidad, nuestra maldad, nuestros títulos, posiciones, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera. A mis actividades y fiestas solamente van lo de mi lista. Con razón estamos tan mal. Y la gente escucha y ve un mal testimonio del amor de Dios. Con razón nuestra vida no crece y no avanza. Tenemos demasiadas listas. y gente exclusiva, exclusivismo. Hermanos, eso no bendice ni una casa, ni una persona, ni una familia, ni a una iglesia. Eso no nos va a bendecir, hermanos. Hasta que en esta iglesia bíblica pacto de gracia no nos podamos amar, como aquí nos dice, hermanos, no vamos a crecer. Y si crecemos, va a ser para mal. la gente va a venir y se va a ir otra vez porque qué van a escuchar el chisme el odio el rencor que van a ver la separación las divisiones no me junto con esto yo me cuido yo me cuido yo me cuido eso es lo que van a ver y a oír ellos van a venir sí pero luego se van a ir otra vez porque en el mundo están igual que aquí entonces para qué Pero, pero, si hacemos una diferencia y nos amamos y rompemos esas divisiones que el mundo ha metido en la iglesia, hermanos, qué diferencia. Todo el mundo va a venir y se va a quedar. Va a venir a escuchar el evangelio porque va a oírlo de nuestros labios y lo va a ver en nuestros actos. Hermanos, Dios nos ayude a poder ver esta enseñanza para crecer, para avanzar, para que nosotros podamos aplicar estas hermosas verdades, para que realmente seamos luz en esta tierra. Yo repito, ni esta iglesia, ni ninguna iglesia en el mundo es perfecta. Vamos a encontrar estas dificultades y estos problemas. Pero es aquí, amado hermano, ¿quieres crecer en santidad y en el amor de Dios? En el amor de Dios es aquí la palabra que Dios nos ha traído. Aplícala. Apliquémosla cada uno de nosotros en nuestra vida. Y si usted ve o usted entiende que estamos aquí haciendo ese tipo de divisiones, tenemos que hablarlo, acercarnos, usar los medios correctos. y acercarnos de forma correcta, mire, estoy preocupado por esto, estoy preocupado por aquello. Tenemos que trabajar y mejorar en esta área y orar los unos por los otros. Dios nos concede hermanos poder aplicar y vivir piadosamente delante de él. Vamos a orar. Padre, gracias por tu palabra, gracias por el testimonio de tu palabra y de tu amor. Enséñanos, minístranos, guíanos, rompe todo aquello que se ha endurecido nuestro corazón o nuestra alma y ablándalo. Que todo nuestro ser absorba tu palabra y la apliquemos con humildad. Transforma tu iglesia. Transforma tu pueblo. En el nombre de Cristo te lo pedimos. Amén.
Amando a nuestros enemigos como Dios nos amo
Series Evangelio de Mateo
Amando a nuestros enemigos como Dios nos amo
Sermon ID | 1016241834377548 |
Duration | 56:55 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Matthew 5:43-48 |
Language | Spanish |
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