00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Hoy nos toca seguir con lo que
empezamos la semana pasada. La serie de los discípulos la
tenemos en pausa por el momento. A nuestro tema le pusimos cómo
sufrir bien, ese es el título, cómo sufrir bien. Estamos pasando
tiempo en el libro de Lamentaciones, estudiando el ejemplo del profeta
Jeremías, con el objetivo de aprender al menos cinco lecciones
sobre cómo enfrentar el sufrimiento bíblicamente y cómo sufrir bien. Entonces, vamos a repasar las
lecciones que tuvimos, las lecciones que vimos la semana pasada, antes
de retomar lo que nos falta por cubrir el día de hoy. La primera
lección que recogimos de Jeremías Pues esta lección de llorar con
los que lloran. Jeremías nos puso un ejemplo
de identificarse con su nación, sufriendo junto con ellos en
sus pérdidas. Y vimos cómo eso se manifestó
en la forma que Jeremías escribió el libro de lamentaciones. Identificamos
porciones de lamentaciones donde Jeremías escribe en primera persona
como si él mismo fuera Israel, como él mismo personificando
su nación. Describe el dolor y el sufrimiento
de Judá, la nación del sur, como propios. Se identifica intensamente
con su nación en sus tribulaciones. A pesar de que pasó Jeremías
40 años advirtiéndoles, a pesar de que no le hicieron caso, él
no celebra su destrucción ni tiene una actitud vengativa cuando
viene el juicio de Dios sobre de ellos. Es todo lo contrario.
Así que la aplicación para nosotros fue que debemos imitar esto con
los que nos rodean pero sobre todo en la iglesia vimos que
para cualquier creyente verdadero este es un mandamiento y debemos
vivir que así nosotros romanos 12 5 así nosotros siendo muchos
somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Gozaos con los que se gozan, llorad con los que lloran. Primera
de Corintios 12, todos los miembros se preocupan los unos por los
otros. Romanos 14, ninguno de nosotros
vive para sí y ninguno muere para sí. Esto debe ser una realidad
en nuestras vidas. Debemos esforzarnos por reflejar
estos pasajes en el cuerpo de nuestra iglesia local. La segunda lección que vimos
en Jeremías sobre cómo sufrir bien fue la de reconocer que
el pecado es la raíz de todo el sufrimiento en el mundo. El
pecado es la causa de todo sufrimiento individual y todo sufrimiento
a nivel colectivo y nacional. Jeremías se identificó y se condoleó
con el sufrimiento de su nación, pero no pasó por alto los pecados
de Judá. No hace como que su sufrimiento
es inocente. sin causa, confiesa que el juicio
de su nación y el sufrimiento de su nación se debe a su pecado.
Nosotros también debemos recordar y reconocer que todo sufrimiento
en el mundo es resultado del pecado. Es cierto que lo que
sufrimos no siempre es resultado directo de un pecado que cometimos
nosotros. Job sufrió y no fue consecuencia
directa de sus pecados. Jeremías sufrió y tampoco fue
consecuencia de su pecado. Lo mismo puede pasar con nosotros.
Nos puede llegar sufrimiento de manera individual o de manera
colectiva que no es necesariamente resultado directo de un pecado
que cometimos nosotros. Pero lo que vimos la semana pasada
es que al final todo sufrimiento sí tiene que ver con nosotros
indirectamente. Sí es nuestra responsabilidad
de manera indirecta. Este es un mundo caído. lleno de sufrimiento,
lleno de aflicción por causa de los pecados de los hombres
de manera colectiva. Leemos en Romanos que todos hemos
pecado, que no hay ni uno bueno, que no hay quien haga el bien
y no pete. Y esa es la causa de todo el sufrimiento que hay
en este mundo. Entonces la lección para aprender a sufrir bien,
el punto que nos tenemos que llevar en todo esto es que nunca
podremos sufrir bien pensando que yo no merezco sufrir, pensando
que no merecemos el sufrimiento que estamos pasando. Dios, su
palabra dice todo lo contrario. No puedes enfrentar bien el sufrimiento
pensando que tú no mereces sufrir. Dios dice que todos merecemos
el infierno. Todos merecemos el sufrimiento
eterno por causa de nuestro pecado. Lo que hemos sufrido o lo que
estamos sufriendo no es nada comparado con lo que merecemos
realmente. La única respuesta correcta al sufrimiento es humillaos
bajo la poderosa mano de Dios. Si nos llega sufrimiento en este
mundo, ¿cómo podemos quejarnos en vista de nuestros pecados?
Siempre que somos tentados a quejarnos o tentados a rebelarnos en medio
del sufrimiento, hemos de recordar que no merecemos nada. Dios no
nos debe nada. La tercera lección que vimos
para sufrir bien fue la de no olvidar ni negar la soberanía
y la mano de Dios aún en nuestros sufrimientos. Jeremías no se
trató de consolar con causas secundarias. Reconoce que lo
que están pasando él y su pueblo viene de la mismísima mano de
Dios. Nunca debemos pensar que las
cosas difíciles que nos sobrevienen, que el sufrimiento que pasamos
no está bajo el control de Dios. Dimos que Job entendía bien esto. Nunca trató de divorciar sus
sufrimientos de la soberanía de Dios. Cuando estemos sufriendo,
no debemos tratar de quitarle a Dios su soberanía, nuestros
sufrimientos. No debemos tratar de explicar o justificar que
esto no es lo que Dios realmente quiere para mí. Lo que estoy
pasando no es lo que Dios ordenó para mí. Si hacemos eso, nos
estamos robando del único consuelo y la única esperanza real que
tenemos. La soberanía de Dios debe ser nuestro consuelo, no
lo que queremos evitar o anular en tiempos de sufrimiento. Entonces,
ese fue el resumen. Ahora los invito a leer en Lamentaciones,
en el libro que estamos, capítulo 5 de Lamentaciones. Vamos a leer
un pasaje inicial. y luego vamos a orar antes de
continuar para cubrir los dos puntos que nos faltan. Entonces,
Lamentaciones capítulo 5, versículo 21. Vamos a leerlo y vamos a
orar. Dice Jeremías, haz que volvamos
a ti, oh Jehová, y volveremos. Renueva nuestros días como en
los días, como en los tiempos pasados. Vamos a orar. Padre,
te damos gracias por otro estudio semanal, otro miércoles que nos
permite apartar tiempo para reunirnos en torno a tu palabra, buscando
el alimento espiritual que necesitamos, Señor. Te pedimos que tú que
conoces nuestros corazones, nuestro caminar diario, nuestro andar. Te pedimos, Señor, que apliques
tu palabra a nuestras vidas como solo tú lo puedes hacer. Te rogamos
tu ayuda para que no suframos ninguna distracción para que
pongamos la concentración en tu palabra, que merece de nosotros,
de nuestra parte, Señor. Te pedimos que sostengas la conexión,
que no tengamos ningún problema. Te pedimos que ayudes al que
va a hablar, Señor. Yo soy el último de tus siervos,
el peor de los pecadores. Te rogamos, Señor, que te dignes
de usar tu palabra, que no te vuelva vacía, como has prometido.
Todo esto lo ponemos en tus manos. Nos encomendamos a ti, Padre.
En el nombre de Cristo Jesús. Amén. Muy bien, muy bien. Bienvenidos y se van uniendo.
Estamos con esta serie, con esta, la segunda y probablemente la
última. parte de este estudio que estamos realizando sobre
cómo sufrir bien. Antes de pasar a la cuarta lección en este estudio,
solo quiero recordar rápidamente el por qué es importante este
tema para todos nosotros, aun si por el momento consideramos
que nuestros sufrimientos son leves o prácticamente inexistentes. Muchos podrían pensar, bueno,
hermano, yo estoy bien ahorita. Realmente la pandemia no me ha
afectado mucho. Estoy bien. ¿Para qué le dedico tanto tiempo
a este tema? Por la gracia de Dios, efectivamente
muchos aún no estamos enfrentando la bancarrota o la pérdida de
nuestro empleo o la pérdida de nuestra salud. Pero lo que vimos
la semana pasada es que el tiempo para prepararte es precisamente
antes de que lleguen sufrimientos intensos a tu vida, antes de
que estemos sumidos en momentos de intenso y profundo dolor.
Es un poco como, o sea, la ilustración que podríamos poner es como si
manejáramos un coche. El momento para planear, para
ver hacia adelante, para prepararte para acción evasiva o situaciones
de emergencia es durante la calma. Es cuando no estás bajo presión.
Es antes de que el coche de adelante pierda el control. Es antes de
que alguien a tu alrededor tome una mala decisión o se quede
dormido y te ponga en peligro. Y es un poco lo mismo con este
tema. Lo mismo pasa con el sufrimiento. El mejor momento para prever,
prepararte y equiparte es antes, durante la calma, no en el calor
de la crisis, no cuando estás bajo presión. Así que la cuarta
lección que vamos a ver en esto de cómo sufrir bien es algo que
se deriva de los puntos que ya hemos visto en el estudio pasado.
Tanto este cuarto punto como el quinto punto que vamos a ver
se construyen sobre los primeros tres puntos que vimos. Cuando
sufrimos en esta vida, necesitamos identificar bien al enemigo.
Esta es la cuarta lección. Es muy fácil equivocarnos en
este punto. Vean, el enemigo, cuando estamos
sufriendo, el enemigo no es Dios. Aunque Dios ordena que suframos
providencialmente si estamos en Cristo, Él no es, por supuesto,
nuestro enemigo. El enemigo tampoco son las causas
secundarias ni las circunstancias, como ya vimos. El enemigo en
la batalla del sufrimiento es nuestro propio pecado. Vean,
grábenselo bien. El enemigo en la batalla del
sufrimiento es nuestro propio pecado. Dios usa el sufrimiento
en el proceso de nuestra santificación. También es cierto, por supuesto
también es cierto que en tus sufrimientos el diablo mismo
te quiere desanimar, él siempre quiere obtener alguna ventaja
sobre ti en tus peores momentos, pero el principal enemigo a vencer
y contra quien luchar es mi propio pecado cuando estoy sufriendo.
Nosotros tendemos a identificar mal al enemigo cuando estamos
pasando por sufrimientos. Podemos pensar que la enfermedad
es el enemigo a vencer. Muchas veces escuchamos ese tipo
de cosas de personas enfermas. Esta enfermedad no me va a vencer.
Este cáncer no me va a ganar. Voy a luchar con todo y voy a
tener la victoria. Podemos pensar que el enemigo
a vencer es la pobreza. Podemos pensar que el enemigo
a vencer es la injusticia. Podemos pensar que el enemigo
a vencer es Dios. Podemos cerrarnos de esa manera.
Pensar que el enemigo es Dios que me trajo este sufrimiento.
Podemos convencernos que nuestra pareja es nuestro enemigo o nuestra
enemiga a vencer. Podemos convencernos de toda
una lista de potenciales enemigos a vencer en medio del sufrimiento.
Pero ya vimos que el pecado es lo que trae todo el sufrimiento
que hay en este mundo, ya sea de manera directa o de manera
indirecta. Por lo tanto, nuestro pecado es el enemigo real en
el sufrimiento. Dios usa el sufrimiento para
obligarnos a crecer en santidad. Uno de los instrumentos que Dios
usa para santificarnos en nuestro paso por el desierto de este
mundo es el sufrimiento. La semana pasada leímos la afirmación
de Cristo en Juan 16, ¿se acuerdan? Cristo dijo, en el mundo tendréis
aflicción. Ahora leemos en Hechos 14, los
invito a leer en Hechos 14. Versículo 22, leemos un pasaje
que expande un poco sobre el pasaje de Juan 16. Dice Hechos
14 a 22 que es preciso que a través de muchas tribulaciones entremos
en el reino de Dios. La palabra que se traduce aquí
como tribulaciones es la palabra klipsis en el original griego
y significa presión, aflicción, problemas o angustia. O sea,
en pocas palabras es sinónima de sufrimiento, sufrimientos.
Dios te va a hacer pasar por cosas que no te gustan providencialmente. Eso fue lo que le pasó a Jeremías
en Lamentaciones. A pesar de que él tenía a Dios, a pesar
de que era un creyente verdadero, a pesar de que había sido fiel,
era un creyente fiel, esforzado por agradar a Dios, por servirle.
De todos modos, Dios ordenó que sufriera para seguir obrando
lo que quería obrar en él, para seguir santificándolo, para seguir
transformándolo. Leemos en Segunda Tesalonicenses,
los invito a ir a Segunda Tesalonicenses, que Pablo incluso oraba porque
Dios usara el sufrimiento que estaban pasando los tesalonicenses
para su santificación. Leemos que les dice en el versículo
4 del capítulo 1, 2 Tesalonicenses, capítulo 1, versículo 4. Dice
Pablo, Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de
Dios a causa de vuestra perseverancia y fe en todas vuestras persecuciones
y aflicciones que estáis soportando. La versión antigua dice que están
sufriendo persecuciones y aflicciones que están sufriendo. Luego, en
el versículo once, Pablo dice que en medio de todo ese sufrimiento
que están pasando con este fin, oramos siempre por vosotros para
que nuestro Dios os haga dignos de su llamamiento y que él cumpla
todo buen propósito y toda obra de fe con poder, de manera que
el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en vosotros y
vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. Entonces Pablo dice, Tesalonicenses,
ustedes están sufriendo. Ustedes están pasando por sufrimiento
y Dios está obrando en eso. Dios está trabajando con ustedes,
Tesalonicenses. No dicen, hermanos, de manera
que estamos orando para que Dios los libre de todos estos sufrimientos
y ya no sufran más. Esa es la primera petición que
muchas veces nos viene a la mente o al corazón. Señor, líbrame
de esta tribulación. Señor, líbralos. de ese sufrimiento. Pero aunque no tiene nada de
malo pedir eso, no es lo más importante. Y no necesariamente
pasará. Dios no necesariamente librará
a los que están sufriendo. La petición más importante es
que no sea desperdiciado todo el sufrimiento que nosotros u
otros están pasando. Pablo les dice a los tesalonicenses,
estamos orando porque Dios los haga dignos de su llamamiento. En otras palabras, ora porque
sean transformados. Ora porque sean santificados.
La versión 60 dice, estamos orando para que Dios los tenga por dignos
de su llamamiento. Pero vean, eso no puede pasar
sin que seamos transformados. Luego dice, que Él cumpla, está
pidiendo porque Él cumpla todo buen propósito y toda obra de
fe con poder. Que Dios haga todo lo bueno que
quiere hacer por medio de lo que están pasando y lo use para
todo lo que Él quiere usarlo. Que Él use este sufrimiento en
tu vida para todo lo que Él quiere usarlo. Entonces, de nuevo, Nuestro
gran enemigo en medio del sufrimiento es nuestro propio pecado. Dios
quiere usar lo que estamos pasando para hacernos más santos, para
hacernos más agradables a él y más útiles en su reino. Dios
trabaja. Ese es uno de los campos de acción
más grandes del Señor. Dios trabaja en medio de nuestro
sufrimiento y por eso encontramos tantos pasajes como los siguientes
en la palabra. Vamos a leer en tres lugares,
en Romano 5, en Santiago 1 y en Primera de Pedro 1. Santiano
5.3 Dios trabaja por medio de, en medio del sufrimiento. Por
eso encontramos cosas como estas. Romano 5.3 No solo esto, sino
que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que
la tribulación produce perseverancia y la perseverancia produce carácter
aprobado y el carácter aprobado produce esperanza. Santiago 1,
2, hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas
pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mantengan la paciencia a su obra
completa, para que seáis perfectos y cabales sin que falte cosa
alguna. Primero Pedro 1, 6, en esto os alegráis. a pesar de
que por ahora, si es necesario, estéis afligidos momentáneamente
por diversas pruebas para que la prueba de vuestra fe, más
preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego,
sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación
de Jesucristo. Entonces, de nuevo, las pruebas,
el sufrimiento, son usados por Dios para producir santidad en
los creyentes, para conformarnos a la imagen de Cristo y para
erradicar nuestros pecados. No podemos perseverar si caemos
en el pecado del afán y la angustia. No podemos tener esperanza si
damos lugar al pecado de la decepción y el pesimismo. No podemos ser
pacientes si damos lugar a la desesperación. Nuestra fe no
es verdadera si no es probada, si no pasa la prueba de la tribulación,
la prueba del sufrimiento terrenal. Entonces Dios usa sufrimiento
para santificarnos. Todo creyente va a vivir y experimentar
esto en alguna medida. Es inevitable. Entonces, en cada
sufrimiento, busquemos y analicémonos, examinémonos para ver qué pecados
y qué impurezas puede ser que Dios quiere santificar en nosotros
por medio de esto. Si por la gracia de Dios, No
estás sufriendo ahora. Si ahora estás tranquilo, si
no estás sufriendo, es momento, ahora es momento de aprender
y grabarte estas cosas, estas lecciones, para que estés preparado
cuando llegue el sufrimiento. Pero si sí estás sufriendo, También,
ahora, ahora más que nunca, es momento de identificar correctamente
al enemigo y buscar qué pecados, qué impurezas estoy cobijando
todavía, que Dios quiere quitar, que Dios quiere transformar en
mí. Aún cuando el sufrimiento que pasemos no sea consecuencia
directa de pecados en nuestras vidas, como fue el caso de Job,
como fue el caso de Jeremías, podemos tener por seguro que
sí hay pecados por mortificar en nuestras vidas. la impaciencia,
las quejas, la falta de gratitud, enfriamiento espiritual, pecados
respetables, pecados escondidos. sea cual sea el tiempo que tenemos
en la fe, aún hay mucho por mortificar. Y si regresamos al libro de Lamentaciones,
la petición final de Jeremías es justo que Dios trate con el
pecado de su nación. Y además se incluye Jeremías
a sí mismo, él se incluye en esta petición. Es el pasaje que
leímos al inicio, el versículo 21 del capítulo 5, lo leímos. Jeremías dice, haz que volvamos
a ti, oh Jehová, y volveremos. Renueva nuestros días como en
los tiempos pasados. Jeremías pide Señor, haz que
nos arrepintamos, avívanos de nuevo, haz que nos volvamos de
nuestro pecado a ti. Y lo mismo hemos de buscar, lo
mismo hemos de pedir nosotros cuando estamos en sufrimiento.
Bueno, ahora pasamos a la quinta lección en este asunto de sufrir
bien. En medio del sufrimiento, debemos
correr a Dios, no correr de Él. En medio del sufrimiento debemos
buscar a Dios, no alejarnos, no escondernos, no oír de Él. Muchas veces Dios usa el sufrimiento
incluso para obligarnos, para empujarnos, para forzarnos a
regresar a Él y aferrarnos a Él. Y Jeremías expresa esto claramente
en Lamentaciones. Nos deja claro que en medio de
lo que está pasando, En medio de su sufrimiento, Dios es el
ancla de su alma y su único recurso. Lo encontramos expresando justo
esto en el centro del libro, en el capítulo 3. Ya hemos leído
algo de este pasaje. Vamos a Lamentaciones, capítulo
3, versículo 19, por favor. 3, 19. Vean esto. Vamos a leer esto con cuidado.
Dice, acuérdate de mi aflicción. Otras traducciones dicen, recuerdo
recordando mi aflicción y mi desamparo, recordando el ajenjo
y la amargura, lo recordará ciertamente mi alma. y será abatida dentro
de mí. Pero esto haré volver a mi corazón. La versión 60 dice, esto recapacitaré
en mi corazón, por lo cual tendré esperanza. Por la bondad de Jehová
es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana. Grande
es tu fidelidad. Esta es la esperanza de Jeremías.
Esta es el ancla de su alma. Jeremías no huye de Dios, no
ve a Dios como su enemigo, no mal identifica al enemigo, no
huye de Dios ni huye de su soberanía aún en lo que le está pasando.
Aún cuando sabe que Dios está trayendo este sufrimiento a su
vida. Dios es su consuelo en medio de todo esto. Dios es su
esperanza. Y siguiendo ahí mismo, a partir
del versículo 24, estamos en el capítulo 3, dice Mi porción
es Jehová, dijo mi alma. Por tanto, en él esperaré. Bueno
es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es
esperar en silencio la salvación de Jehová. Bueno le es al hombre
llevar el yugo desde su juventud, que se siente solo y calle. porque es Dios quien le impuso
esto. Es Dios quien se lo impuso. Ponga su boca en el polvo por
si aún hay esperanza. Ahorita vamos a desmenuzar un
poco más estos versículos. Vamos a tratar de entenderlos
claramente. Ponga su boca en el polvo por si aún hay esperanza.
De la mejilla al que le hiere y sea colmado de afrentas porque
el Señor no desecha para siempre. Antes se aflige, también se comparece
según la multitud de sus misericordias. Vean, el único recurso Ya se me fue chueco esto, perdón.
El único recurso y la única esperanza de Jeremías en medio del sufrimiento
es su Dios. No espera en nada más y no espera
en nadie más. Dios es su ancla. Dios es su
esperanza. Su reacción, su solución y su
respuesta a todo lo que está pasando es humillados bajo la
poderosa mano de Dios. Vamos a regresar al versículo
26. Vamos a analizar esto con más detalle. Vean lo que dice.
Bueno, Es bueno esperar en silencio la salvación de Jehová. Bueno
le es al hombre llevar el yugo desde su juventud, enfrentar
las dificultades, las tribulaciones, los sufrimientos de este mundo
desde su juventud. Bueno que se siente solo y calle,
porque es Dios. ¿Quién le impuso este sufrimiento?
¿Quién le impuso lo que está pasando? Jeremías, vean lo que
pasa con Jeremías, acepta y abraza las circunstancias humillantes
que Dios usa para exponer soberbia, ídolos, y todo tipo de pecados
en nuestras vidas. Sabe que su tribulación está
diseñada para obligarlo y regresarlo a una dependencia total en Dios. Jeremías dice, ¿estás sufriendo?
¿Estás sufriendo creyente? Versículo 29. Pon tu boca en
el polvo, por si aún hay esperanza. Da la mejilla al que te hiere,
al que te está lastimando, ofendiendo, dañando, persiguiendo. Y sé colmado
de afrentas, porque el Señor no desecha para siempre. Antes,
si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias. Estamos viviendo en tiempos difíciles,
tiempos que acaban con nuestra soberbia. Y Jeremías dice, acéptalo,
da la bienvenida que Dios te humille y te traiga a sus pies. No busques distracciones, no
huyas de él, no des lugar a alguna raíz de la amargura, no te hagas
la víctima, no te paralices con miedo y dudas. Acude a sus pies
porque él es misericordioso. No hay nadie más poderoso a quien
puedas acudir. Nadie con más poder para socorrerte
en el sufrimiento que él mismo ha ordenado para ti según su
soberanía providencialmente hecha sobre él tu carga hecha sobre
él tu angustia hecha sobre el tu sufrimiento y tu dolor. Leemos
este mandamiento de parte de David en el Salmo 55 Salmo 55
versículo 22. hecha sobre Jehová tu carga,
y Él te sustentará. No dejará para siempre caído
al creyente, al justo. ¿Cuántas promesas de Dios tenemos
que son justo para estas circunstancias, justo para tiempos de dolor,
justo para tiempos de sufrimiento, justo para tiempos de pandemia,
justo para tiempos de presión económica, justo para luchas
con la salud? justo para pérdidas y tristezas. Vamos a recordar algunas juntos.
Les voy a leer una lista. Vamos a recordar una lista de
todas estas poderosas promesas que tenemos en Cristo, que son
justo para tiempos de sufrimiento, justo para tiempos como los que
muchos están pasando ahora. Empezamos con Filipenses 4.19.
No, no los busquen. Yo se los voy a leer. Solo pongamos
atención. Filipenses 4.19. Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad
vuestra. conforme a sus riquezas en gloria
en Cristo Jesús. Si estamos en Cristo, Dios suplirá todas nuestras
necesidades. No vamos a mendigar pan. Cristo
va a estar ahí supliendo nuestras necesidades justo a tiempo. Romanos 8, 26, así mismo. También
el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades, porque cómo debiéramos
orar no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles.
El Espíritu Santo está intercediendo, intercede por nosotros. Pide
por lo que se requiere, por lo que realmente necesitamos, aunque
nosotros no sepamos ni qué pedir. Salmo 84, 11, Porque sol y escudo
es Jehová Dios, gracia y gloria dará Jehová. No privará del bien
a los que andan en integridad. Todo está obrando para tu bien.
Dios no te va a privar de nada que sea bueno para ti. Muchas
veces nos llegan tiempos difíciles, nos llega sufrimiento, no se
cumplen nuestras expectativas y pensamos como que nos estamos
perdiendo de algo que debimos tener. Nos estamos perdiendo
de algo que ya estábamos hasta saboreando, que ya creíamos que
era nuestro, que ya teníamos tener derecho a. Pero la palabra
de Dios dice que él no priva de nada que sea bueno a los que
andan en integridad. Filipenses 4, 6 y 7. por nada estéis afonosos, más
bien, presentad vuestras peticiones delante de Dios en toda oración
y ruego con acción de gracias y la paz de Dios que sobrepasa
todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestras mentes en
Cristo Jesús. Si llevamos nuestras necesidades
y sufrimientos a Dios, Él nos ayudará a encontrar paz, nos
ayudará a tranquilizar nuestras mentes, consolará nuestro dolor,
nuestros corazones, hallaremos paz. si llevamos nuestras peticiones
a Él, nuestras necesidades a Él. Mateo 11, 28. Venid a mí, todos
los que estáis fatigados y cargados, yo os haré descansar, llevad
mi yugo sobre vosotros. Aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas,
porque mi yugo es fácil y ligera, mi carga. Cristo mismo nos dará
descanso si acudimos a Él, si echamos nuestra carga sobre Él,
Cristo mismo nos dará descanso. Salmo 19, versículos 7 y 8. La
ley de Jehová es perfecta, restaura el alma. Los preceptos de Jehová
son rectos, alegran el corazón. La palabra de Dios restaurará
tu alma. Si la escudriñas, si la buscas,
te traerá alegría. Juan 14, 27. La paz os dejo,
mi paz os doy. No como el mundo la da, yo os
la doy. No se tuve vuestro corazón y
tenga miedo. Cristo nos da paz y nos libra de nuestros miedos,
de lo que tanto tememos, de nuestros peores temores. Cristo es la
solución. Cristo es la respuesta. Cristo nos libra de todo esto.
Lamentaciones 3, 22 a 23. Nunca decaen sus misericordias.
Nuevas son cada mañana. Grandes tu fidelidad. La misericordia
de Dios para los creyentes nunca se acaba. Nunca vas a despertar
un día para encontrar, la misericordia de Dios se acabó para mí. Se
agotó. Eso es imposible. Si eres un
creyente, eso nunca podrá suceder. Santiago 1 5. Si alguno de vosotros
le falta sabiduría, pídale a Dios, quien da a todos con liberalidad
y sin reprochar. y le será dada. Dios nos dará
sabiduría si la buscamos. Estamos confundidos, estamos
con dolor, con sufrimiento, pero Dios nos dará su sabiduría para
navegar y sortear lo que tengamos que sortear si se la pedimos,
si la buscamos en Él. Juan 14, 3, este es el penúltimo. Si voy y os preparo un lugar,
vendré otra vez y os tomaré conmigo para que donde yo esté, vosotros
también estéis. Nuestro futuro, lo que hemos
estado viendo con el hermano Tomás los domingos, nuestro futuro,
nuestro hogar en el cielo será glorioso, será esplendoroso y
está garantizado. Nuestro futuro, pásenos lo que
nos pase en esta vida, no importa qué tan intenso sea el dolor,
qué tan difícil sea la prueba, las pruebas que pasemos. ¿Qué
tan árido el desierto de este mundo? Nuestro futuro está garantizado,
garantizado. Sabemos cómo termina la historia. Hebreos 13, 5. Él mismo ha dicho, nunca te abandonaré,
ni jamás te desampararé. De manera que podemos decir confiadamente,
el Señor es mi socorro. No temeré. ¿Qué me hará el hombre? Dios nunca va a abandonar un
verdadero creyente. Ningún hombre tiene poder real
sobre ti para dañarte eternamente. ¿Cómo cambia eso? La perspectiva. ¿Cómo quita nuestro miedo? En
cualquier confrontación, en cualquier peligro, ante la amenaza de cualquier
hombre, de cualquier humano, recordar esto, que ningún hombre,
Dios asegura que ningún hombre tiene poder real sobre el creyente
para dañarle eternamente. Y podríamos seguir con la lista.
pero no es necesario, creo que no es necesario. Dios es nuestra
respuesta a todo sufrimiento. Todas estas promesas reflejan
quién es Él, son reflejos de su carácter, están basados en
sus atributos, en su carácter. No debemos de huir de Él en tiempos
de sufrimiento, debemos correr a Él. Este es el testimonio que
nos da el Señor a través de su palabra y es lo que han vivido
y confirmado millones de creyentes a través de los siglos. Nosotros
tendemos a pensar que yo soy el único que está pasando por
esto. Yo soy el único que ha pasado
por algo tan terrible. pero es todo lo contrario. Muchos
creyentes han pasado por cosas mucho más difíciles, pruebas
mucho más intensas que las nuestras, y Dios en su bondad usó a siervos
como jeremías para dejarnos registradas las respuestas divinas a nuestro
sufrimiento. Debemos usar la palabra de Dios
para ver más allá de lo que estamos sintiendo, más allá del dolor,
más allá de las tribulaciones, y buscar qué es lo que Dios está
haciendo en mi vida. en medio de este sufrimiento.
Dios usa el sufrimiento para obrar en nuestros corazones,
para obrar en su iglesia y para obrar sus propósitos en el mundo. Dios está poniendo todo en orden.
Está revelando el pecado remanente que hay en nuestros corazones
cuando estamos en sufrimiento. Está purificando nuestro carácter,
acabando con nuestra soberbia. Está enseñándonos a depender
solo de Él en lucha tras lucha, sufrimiento tras sufrimiento.
En Hebreos 6, y no vamos a ir a leerlo, pero en Hebreos 6,
Dios mismo identifica nuestra esperanza en Él y sus promesas
como el ancla del alma. Nuestra esperanza, igual como
Jeremías, está depositada en la gracia de Dios. Está puesta
en la gracia de Dios, en su favor no merecido para con nosotros,
que nunca se va a agotar si somos creyentes, si somos sus hijos.
Está puesta en su bondad nuestra esperanza y en su compasión para
con sus hijos. Teniendo esta gran esperanza
en él, aferrándonos a esta ancla para el alma. ¡Qué sufrimiento! es demasiado intenso con su compañía,
con su presencia, con su consuelo, con su ayuda. ¿Qué tragedia demasiado
profunda para soportar? ¿Qué persecución tan seria, tan
capaz para probarnos nuestro gozo en él? Ninguna. Entonces, en estos tiempos de
pandemia, recordemos estas cinco lecciones. Llora con los que
lloran, Identifícate con los que están sufriendo a tu alrededor,
conduélete con ellos, haz tu lista, examina, pregunta, entérate
cómo están tus hermanos, conduélete sobre todo con los creyentes
que son parte del mismo cuerpo y la misma iglesia local de la
cual formas parte tú. Reconoce en segundo lugar que
el pecado Y no solo el pecado en general, sino tu pecado es
la raíz de todo el sufrimiento en el mundo. El pecado es la
causa de todo el sufrimiento individual y todo el sufrimiento
colectivo nacional en el mundo. Nunca podremos sufrir bien pensando
que yo no merezco sufrir. La palabra nos muestra lo que
realmente merecemos. En tercer lugar, no niegues ni
olvides la mano de Dios en tus sufrimientos. Si hacemos eso,
nos estamos robando del único consuelo, la única esperanza
real que tenemos. Cuarto, En medio del sufrimiento,
identifica bien al enemigo. El enemigo no es Dios, ni tu
pareja, ni causas secundarias, es tu pecado. Ese es el enemigo.
Dios usa el sufrimiento en el proceso de nuestra santificación.
Dios usa el sufrimiento para obligarnos a crecer en santidad. Y por último, en medio del sufrimiento,
corre a Dios. Corre a Él. Nunca huyas de Él. Nunca trates de esconderte de
Él o de sobrevivir sin Él. Dios es tu único recurso. tu
única esperanza sus promesas deben ser el ancla de tu alma
vamos a orar padre te damos tantas gracias por estas cinco lecciones
que hemos encontrado por medio de lo que registraste usando
a tu siervo Jeremías en el libro de lamentaciones te damos gracias
señor por la riqueza de tu palabra por cómo siempre encontramos
la respuesta oportuna, el alimento necesario, la promesa que necesitamos
para fortalecernos en las luchas y las batallas más difíciles.
Señor, sabemos que en nuestra congregación, en nuestras congregaciones
hermanas, hay personas que están verdaderamente luchando, pasando
tiempos difíciles, sufriendo. Ayúdanos, Señor, a llorar con
ellos, a condolernos con ellos, a apoyarlos en cualquier forma
que podamos, ayúdalos a ellos, señora, a buscar las respuestas
a su sufrimiento en tu palabra. Y si por tu gracia, por tu pura
bondad, muchos de nosotros aún no estamos pasando cosas tan
difíciles, aún no estamos sufriendo, ayúdanos, señora, a traer a nuestro
corazón estas lecciones de tu palabra, a estudiarlas con seriedad,
cuidadosamente, a equiparnos para los tiempos de sufrimiento
que inevitablemente nos llegarán. Nos ponemos en tus manos, Señor,
te damos gracias de nuevo por tu bondad esta noche, por tu
palabra. En el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Como Sufrir Bien 2
Series Corona Virus Covid19
5 lecciones tomadas del ejemplo del profeta Jeremías en Lamentaciones que nos ayudan en tiempos de sufrimiento...
| Sermon ID | 101120122331302 |
| Duration | 36:58 |
| Date | |
| Category | Bible Study |
| Bible Text | 2 Thessalonians 1:11-12; Lamentations 3 |
| Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.